¡Basta un toque!

 Fe es la llave que recibimos en el altar de la oración para abrir los templos de los cielos y comprobar que sus tesoros exceden nuestras plegarias. Ella coloca las gemas del corazón de Dios en el nuestro. Los muros del alma se sellan con el fuego&#823

 Fe es la llave que recibimos en el altar de la oración para abrir los templos de los cielos y comprobar que sus tesoros exceden nuestras plegarias. Ella coloca las gemas del corazón de Dios en el nuestro. Los muros del alma se sellan con el fuego de la oración y se pintan con el rojo ardiente del valor cuando reconocemos quienes somos y aquello que Dios nos ha concedido. La fe desarma nuestros criterios y reconfigura los designios divinos en la zapata de nuestra conciencia, capitaliza nuestros sueños y hace productivos nuestros desiertos, no abandona al pobre, es el bastón del cansado, las alas del prisionero y el pan del desposeído. ¡Basta un toque, y el cielo abre! Sus respuestas están a un clamor de distancia. 

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