El actual debate en Educación (1 de 2)

En las últimas semanas periodistas, líderes políticos, empresarios y otras voces han manifestado su preocupación porque el sistema educativo dominicano continúa en un lugar vergonzoso: el 146 de 148 sistemas educativos de Latinoamérica y el…

En las últimas semanas periodistas, líderes políticos, empresarios y otras voces han manifestado su preocupación porque el sistema educativo dominicano continúa en un lugar vergonzoso: el 146 de 148 sistemas educativos de Latinoamérica y el Caribe que fueron considerados en el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE) realizado por el Laboratorio de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE/UNESCO). Este estudio regional mide los logros de aprendizaje de estudiantes de 3º y 6º del Nivel Primario en Lenguaje (Escritura y Comprensión Lectora), Matemática y Ciencias.

Las inquietudes son válidas y muestran la importancia del tema de la calidad educativa para diferentes círculos de opinión de la sociedad. Ahora bien, esa alarma ha obviado importantes análisis que deben acompañar estos resultados, para poder dimensionar el problema, y desconoce significativos esfuerzos de instituciones públicas y privadas de cara a la mejora del sistema. El debate público respecto a la posición del país en el TERCE debió ser más informado y objetivo. Recordemos que estas evaluaciones tienen como objetivo generar información confiable que permita evaluar resultados, revisar o definir políticas con el propósito de mejorar la calidad de los sistemas.

No quiero hacer una apología en defensa de la causa, solo soy una profesional de la gestión educativa, conocedora de los procesos de reforma, y desde esa perspectiva, señalo dos elementos. El primero lo ilustraré citando a uno de los grandes educadores dominicanos, humanista y matemático, el doctor Eduardo Luna: “Educar no es ligar pintura”. Certera analogía entre una simple tarea artesanal y la función de formar individuos. Las reformas en educación toman años y esfuerzos. Como uno de los procesos sociales y culturales más relevantes, una reforma es compleja, multidimensional, articula relaciones de poder e integra no solo a los actores del sistema educativo, sino a todos los ciudadanos. Una reforma implica cambios de políticas públicas en su conjunto, no solo de las educativas; una ejecución efectiva y eficiente de esas políticas, ¡y claro!, una sostenida inversión per cápita (alumno, docente), entre otros retos. En fin, el impacto de los cambios no se puede evidenciar a corto plazo.

Es importante mirar los logros del país de un estudio a otro, y comparar los avances. Obtuvimos mejores resultados en el TERCE (2013) que en el SERCE (2006) y, lo más importante, República Dominicana es uno de los países que de un estudio a otro alcanzó mayor progreso.

Los puntajes obtenidos están todavía por debajo del promedio de la región, y obviamente, implicarán asumir enormes desafíos.

En el próximo artículo, continuaremos con el análisis.

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