La disculpa de la OEA

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) está entre nosotros, a invitación de la Junta Central Electoral.

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) está entre nosotros, a invitación de la Junta Central Electoral. En el acto de apertura de la asamblea de la Asociación Mundial de Órganos Electorales, Luis Almagro Lemes, en presencia del Presidente de la República y de representantes de instituciones nacionales e internacionales, pidió disculpas al pueblo dominicano por los daños que la intervención norteamericana de 1965, avalada por la OEA, nos causó.

“Nuestro respeto y nuestra congoja por las víctimas que sufriera la República Dominicana por la invasión validada internacionalmente por la OEA, y por la intervención que ésta aprobara. La historia condena a la OEA por estas víctimas. Este pasado condena a la OEA por haber intervenido torciendo la historia y el destino político soberano de la República Dominicana”, dijo Almagro Lemes.

Fue la mejor forma del secretario de la OEA presentarse en el país, luego de sus desafortunadas declaraciones en Washington en medio de la campaña calumniosa desatada por Haití por la sentencia del Tribunal Constitucional que completó el marco legal de la nacionalidad dominicana previsto en la Constitución y las normas de política migratoria.

Aquella vez Almagro Lemes intentó unas explicaciones poco satisfactorias, pero la realidad parece que lo ha hecho comprender que había sido objeto de una habilidosa manipulación, de una conspiración para presentar a República Dominicana protagonizando una cacería humana.

Si bien sus declaraciones actuales nada tienen que ver con el escarceo haitiano contra el país, después de aquel resbalón, sus palabras de ahora, como secretario de la OEA, tienen que ser aceptadas por los dominicanos como un acto de justicia. Un reconocimiento del infame papel que desempeñó esa bien llamada desde entonces “ministerio de colonias”, porque complacía obedientemente los dictámenes de la política agresiva de Estados Unidos hacia América Latina en los tiempos de la guerra fría.

Acogemos las palabras de Almagro Lemes. ¡Qué bueno que haya sido a él a quien le haya correspondido reconocer ese error! Mientras tanto, esperamos que rectifique su proceder anterior, cuando tenga que abordar diferencias entre países hermanos. Y que proceda con tacto y equilibrio, como debe corresponder a una organización de estados.

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