Sequía y agro

Por razones que nadie entiende, el Ministerio de Agricultura no encuentra los medios para cuantificar los daños causados por la sequía al sector agropecuario y cómo podrían impactar el suministro de alimentos.

Por razones que nadie entiende, el Ministerio de Agricultura no encuentra los medios para cuantificar los daños causados por la sequía al sector agropecuario y cómo podrían impactar el suministro de alimentos.Y es inexplicable. Los órganos del Estado están en la obligación de informar todo lo que pueda ser de interés para la ciudadanía, y en tal virtud, lo menos que puede ocurrir es que digan lo que el fenómeno está provocando en la economía agrícola.

Pudiera ser que las reservas estén motivadas en las alzas de precios que ya se advierten en algunos productos, como los plátanos, que están por las nubes. El sentido común sugiere decir a la gente la realidad. La sequía podría ser hasta una excusa para justificar fallas e imprevisiones.

A lo sumo, se ha reconocido que en la Línea Noroeste la producción de arroz sufrió una merma significativa, no menos de 200 mil quintales en la última cosecha.

Mientras, por más reticencia del Ministerio a ofrecer información, los datos van fluyendo, con el agravante de que al no cuantificar los daños de manera centralizada, bajo un mando, las mismas se conocen de manera fragmentaria.

Además de las pérdidas en el arroz, los productores de guineo y ganado de la Línea han dado la voz de alarma. Unos pocos monopolizan las escasas aguas del Yaque del Norte. Ayer, el director general de Desarrollo Fronterizo, Miguel Bejarán, solicitó a Agricultura y al Indrhi que declaren la Línea en estado de emergencia, por la baja producción agrícola y ganadera a consecuencia de la sequía. Y pide apoyo a esos productores.

El pasado 20 de este mes, desde San Juan de la Maguana, el periodista Manuel Espinosa le reportó a El Nacional una evaluación de dos investigadores y productores que estimaban el impacto de la sequía en ese valle en no menos de 4 mil 800 millones de pesos.

Ante estos datos parciales, habría que preguntarse qué pasará con el suministro de alimentos agropecuarios, especialmente, si persiste la sequía.
¿No hará falta una estrategia que vaya más allá que pretender esconder los números sobre los daños al sector? Debemos conformarnos con pedir a Dios que llueva.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas