Una perversidad

Amnistía Internacional tiene a la República Dominicana en su agenda. Es una calamidad, porque se trata de un equipo persistente, tenaz, obstinado, establecido en muchos países. Sus miembros se consideran como un “movimiento de personas que han…

Amnistía Internacional tiene a la República Dominicana en su agenda. Es una calamidad, porque se trata de un equipo persistente, tenaz, obstinado, establecido en muchos países. Sus miembros se consideran como un “movimiento de personas que han decidido tomarse la lucha contra las injusticias como algo personal”, según uno de sus sitios web.

Quizás muchos de sus miembros actúan de buena fe, pero eso no significa que hagan las cosas con rigor, en base a la verdad y con profesionalidad. Generalmente obran con pasión y hasta con prejuicios.

Se creen que sus valoraciones siempre están fundadas en hechos ciertos, indesmentibles, como si tuvieran un singular privilegio sobre la verdad. Pero sus informes suelen ser levantados obedeciendo a partes interesadas, a puntos de vista sesgados y esencialmente inspirados en un estado pasionario.

Obran desde la perspectiva de los países del Primer Mundo y su rasero encuadra en los esquemas de los europeos y a veces de los norteamericanos.

Amnistía celebra que no recibe dinero de gobiernos ni de países, pero tiene un programa de donaciones en sus sitios web, y recauda millones y millones de dólares y euros para causas favoritas. No estaría de más que haga transparente los bienes que recibe a nivel global.

República Dominica ha entrado entre sus países favoritos, y como tal le presta atención especial. Sus denuncias son rotundas, absolutas, pero ¿obedecen a la realidad?

Insiste en el invento de que miles de personas establecidas en República Dominicana están en condición de apatridia. Ha tipificado a una niña, “Jessica, de 14 años, nacida en la República Dominicana de padres haitianos. Sus padres no recibieron certificado de nacimiento en el hospital donde nació, y cuando intentaron registrarla en la oficina de registro civil, no les dejaron”. Jessica es el nuevo símbolo de miles de “apátridas”. El sustrato de todo esto está al Oeste del infierno dominicano.

Amnistía pretende que se revierta todo el andamiaje institucional nacional. Desprecia lo que dice la Constitución sobre la nacionalidad y el resto de la normativa sobre la materia.

El propósito es claro: enlistar a República Dominicana entre los países con apatridia. Hacernos sujeto de sanción de la comunidad internacional.

Es una perversidad.

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