Los multimillonarios

El grado de extrema inequidad que se ha venido registrando a nivel global en años recientes ha causado alarma. Por un lado, implica que una élite ultrarreducida tenga control de una cantidad inimaginable de recursos y eso le da un poder sin precedentes&

El grado de extrema inequidad que se ha venido registrando a nivel global en años recientes ha causado alarma. Por un lado, implica que una élite ultrarreducida tenga control de una cantidad inimaginable de recursos y eso le da un poder sin precedentes sobre el resto del mundo. Por otro lado, como un resultado parcial de ello, millones de personas viven en condiciones inaceptables y muchas apenas sobreviven, no sólo porque los que tienen el poder no hacen lo suficiente para evitarlo sino porque lo usan para hacer que las reglas les sigan favoreciendo por encima del resto, y les permitan seguir en esa escalada voraz e indetenible.

América Latina tiene el triste récord de ser el continente más desigual del mundo. Es donde la concentración del ingreso y de la tierra es mayor. Además, la concentración de la tenencia de riqueza en sentido amplio (riqueza financiera, inmobiliaria, y de otro tipo) es también muy elevada.

Pero la desigualdad se ha acrecentado más que nada porque los ricos se han hecho inmensamente más ricos, y se han venido apropiando de una parte creciente de la riqueza producida. El reciente informe de OXFAM bajo el título “Privilegios que niegan derechos” sobre la inequidad en América Latina y el Caribe usa el término “multimillonarios” para referirse a aquellas personas con una fortuna neta superior a los 30 millones de dólares. El tamaño de la fortuna se mide descontando la deuda al valor de todos los activos personales.

El informe estima en 14,805 el número de personas multimillonarias en toda la región en 2014. De esas, 265 viven en la República Dominicana. En 2013 eran 250, de tal forma que en sólo un año el país contó con 15 nuevos multimillonarios. El total de riqueza que estos tienen asciende a la increíble suma de 30 mil millones de dólares. Esto es casi la mitad del PIB del país en un año.

El valor neto de la riqueza que esos individuos poseen es suficiente para cancelar la totalidad de la deuda pública del país, para financiar, en los niveles actuales, la educación pública por 13 años consecutivos, y la salud por más de 17.

En promedio, cada multimillonario dominicano cuenta con una riqueza neta de 113 millones de dólares. Si la tasa media de retorno de la inversión fuera de sólo 3%, la ganancia que generaría esa riqueza para cada uno de ellos sería de 3.4 millones de dólares por año o casi 300 mil dólares por mes. La ganancia agregada, es decir, entre todos, sería de casi 900 millones de dólares anuales. Al mismo, el ingreso medio de los multimillonarios dominicanos es más de 4 mil veces superior al del 20% más pobre de la población.

No hay ninguna razón legítima para que esto sea así, mucho menos para que, en contraste, existan más de 600 mil personas que malvivan con menos de 2 dólares por día. Es imposible justificar o explicar esas desigualdades por las diferencias de talento, habilidades o disciplina de las personas. Tampoco es razonable pensarlas como un estímulo al esfuerzo. Por el contrario, generan resentimientos y fracturas sociales difíciles de reparar.

La principal causa de ellas no es el mérito propio de los ricos o las incapacidades, falencias o malas decisiones de los pobres sino los privilegios con que nace alguna gente y cómo usan esos privilegios y recursos para ejercer poder, condicionar las políticas públicas a su favor y reproducir la riqueza a costa del resto. Los bajos salarios mínimos, la anemia de la seguridad social y las exenciones tributarias son claros ejemplos de ello.

Esta es una de las razones por las que la acción redistributiva del Estado es ineludible, y las mejores herramientas disponibles para combatir esta situación son un robusto conjunto de impuestos sobre la renta y el patrimonio que grave a los más ricos, un vigoroso y efectivo gasto público social, y una política pública que facilite el acceso de los pobres a activos productivos.

De allí que el secreto bancario, los paraísos fiscales y las limitaciones para fiscalizar el ingreso de los ricos estén entre los principales obstáculos para alcanzar mayor equidad social porque sirven para continuar ocultando la riqueza. Los multimillonarios deberían contribuir más que nadie, pero no lo hacen y no lo harán por voluntad propia. Hay que obligarles.

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