La chikungunya llegó sin que nadie la anunciara y las autoridades no se percataron de lo que era y mucho menos de su alcance, hasta que se convirtió en una epidemia. Más del 70% de la población fue afectada. La prevención fue cero.
Ahora, el mosquito transmisor de esa enfermedad, el aedes aegypti, que es el mismo que transmite el dengue, nos trae el zika. Pero esta vez las autoridades han tomado las previsiones en materia de información pública. La sociedad ha sido alertada a los más amplios niveles, se ha insistido ante los responsables de los municipios en todo el país sobre la necesidad de eliminar los desperdicios, mejorar los sistemas de drenaje y cuantas medidas sean necesarias para disminuir la propagación de los mosquitos.
Asimismo, han sido despachadas las instrucciones a centros hospitalarios y médicos acerca de las características que presenta el zika, para tratar de detectarlo tan pronto se tenga información que sugiera que se encuentra en el país.
Ya fueron enviadas al exterior las primeras muestras de casos que pudieran parecer típicos del zika. Esos primeros estudios resultaron negativos.
Recién acaban de informar las autoridades de Salud que otras 27 nuevas muestras han sido despachadas con igual propósito al Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, porque están muy conscientes de que indefectiblemente tendremos el zika. Igual piensan los especialistas. El miércoles la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó que el zika llegará a toda Latinoamérica y a la zona tropical de Estados Unidos.
Ya ha sido registrada en Haití y en la mayoría de los países vecinos, y dadas las condiciones ambientales y tropicales que nos caracterizan su presencia es inminente.
Ante un panorama como ese, es necesario insistir en que la población y los municipios tienen que estar conscientes y hacer lo necesario para evitar los criaderos de mosquitos.
Tratemos de que los daños resulten lo menos catastróficos posible.
