Hay quienes tienen una visión errada sobre el torneo de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB). Especialmente ahora que hay torneo distrital de nuevo, tras una larga ausencia de dos años, he escuchado a muchos comparar esta justa de la Asociación de Baloncesto del Distrito Nacional (Abadina) con la de la LNB.

Eso, definitivamente, es perder el tiempo. Se trata de dos eventos totalmente diferentes y entiendo que jamás podrán ser antagonizados por muchísimas razones.

Muchos cometen el error de juzgar al evento de la LNB única y exclusivamente por lo que sucede en el Distrito Nacional y ahí radica una gran equivocación, tomando en cuenta que en otras zonas del país los equipos concitan la atención de su fanaticada.

Es bueno señalar que el certamen de la LNB ha sido exitoso en la mayoría de los aspectos que un evento deportivo puede tener. Escribo esto porque muchos relacionan el éxito de un evento por la cantidad de fanáticos que acuden a los partidos, algo que no ha sido el fuerte de las franquicias del Distrito Nacional.
La LNB no es solo los equipos de la Capital. No. Hay otras franquicias que poco a poco ganan espacio en las provincias donde operan.

Un fanático que sea amante del baloncesto no debe distinguir entre uno y otro evento, porque al final son los mismos jugadores.

Más que un rival, el torneo distrital puede ser un gran aliado para el de la LNB, lo mismo que los certámenes de Santiago y La Romana. Estos eventos pueden dejar más que caliente el terreno para la LNB, que deberá estar llamada a saber aprovechar esa parte. Hasta el momento, el torneo de la Abadina va muy bien y ha conseguido mover a muchos seguidores que estaban deseosos de ver talento de sus barriadas en cancha.

Es ahí donde radica el mayor desafío de la LNB en la Capital. Hay que buscar la manera de que esas franquicias se identifiquen con los barrios, pues es ahí donde se encuentra la gente que se mueve y que es capaz de comprar un tickets, claro, siempre y cuando el espectáculo sea bueno. La LNB lo es, así que solo hay que afinar y romper con algunas teorías que en seis años no han funcionado.

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