Puertorriqueños ven afectadas sus vidas por impago de la deuda

San Juan. Los más de 50,000 puertorriqueños titulares de unos 14,000 millones de dólares en deuda de este Estado Libre Asociado a EE.UU. son la cara local de los demonizados “bonistas”, que ven cómo sus ahorros se esfuman tras el reciente impago&#

San Juan. Los más de 50,000 puertorriqueños titulares de unos 14,000 millones de dólares en deuda de este Estado Libre Asociado a EE.UU. son la cara local de los demonizados “bonistas”, que ven cómo sus ahorros se esfuman tras el reciente impago decretado por el Gobierno local.“El dinero que invertí en bonos del Gobierno de Puerto Rico iba a ser para la futura educación de mis hijos”, dijo con resignación Ian Portela, uno de los cerca de 50,000 tenedores de deuda nacidos en la isla, cuya imagen se aleja mucho de los “fondos buitre” que retrata el Ejecutivo como el propietario tipo de su deuda.

El gobernador Alejandro García Padilla se dirigió el pasado domingo en un mensaje a la nación en el que, con tono fúnebre, informó que se incumpliría con un vencimiento de deuda de 422 millones de dólares, ya que había que optar entre pagar las nóminas de maestros y policías, o a los bonistas.

“No tenemos nada que ver con esos ‘fondos buitre’”, destacó Portela, padre de familia de 41 años y tres hijos, que pensaba destinar los intereses que le rinden sus títulos de deuda para pagar una mejor educación a sus vástagos y complementar la jubilación.

Portela se ha unido para defender sus intereses a Bonistas del Patio, un grupo incipiente de tenedores de deuda liderado por Jorge Irizarry, expresidente del Banco Gubernamental de Fomento (BGF), brazo financiero del Gobierno y una de las entidades del Estado Libre Asociado que se ha quedado sin fondos.

“Actualmente tengo trabajo y también mi esposa, pero la realidad es que la situación ha cambiado y no sé qué va a pasar con la educación de mis hijos”, resaltó, tras matizar que después del anuncio del Gobierno de que no se pagará la deuda los bonos, la cotización de estos se hundió en los mercados (donde su precio fluctúa en función de la oferta y la demanda). 

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