LeBron James subió a leyenda

La historia persigue a los grandes. LeBron James es la prueba más reciente de que los gigantes escriben páginas que vivirán por siempre.

La historia persigue a los grandes. LeBron James es la prueba más reciente de que los gigantes escriben páginas que vivirán por siempre. Al mando de una tropa de los Cavaliers que le ayudó a derrumbar todas las proyecciones en su contra, el Rey James pulverizó un muro que durante 52 años evitó que una corona de deporte alguno llegase a Cleveland.

El muchacho de Akron, Ohio, puso su sello en una de las series con cierre más emocionante en los registros de la NBA.

LeBron aseguró una silla en el club de las leyendas. La felicidad que se vive en la tierra que bordea el Lago Erie no tiene precio, como tampoco hay con qué pagarle a James, sin duda alguna el atleta que más críticas y agravios ha recibido en los últimos años.

Ha fallado, ha triunfado, se ha caído, se ha levantado, llevaba dos derrotas en línea en finales, pero logró lo nunca antes visto: ser la figura del primer equipo que logra el regreso después de estar debajo 1-3 en la fase por la corona.

Eso implicó hacer añicos los sueños de Golden State, la escuadra del 73-9 en la regular, la que le volvió a Oklahoma de un 1-3 en la final de Conferencia del Oeste, donde está el primer Jugador Más Valioso unánime que ha tenido el mejor baloncesto del mundo.

Por cierto, permiso Curry, pero usted quedó debiendo en esta final y esos tapones de LeBron son la mejor afirmación de que continúa sentado en la poltrona que pertenece al mejor jugador del planeta. Los méritos de Curry en la serie regular son innegables, pero uno es tan bueno como lo último que hace.
Siempre he dicho que hay que ganar. Como dijo el finado Vince Lombardi, gloria de la NFL, “ganar no lo es todo, es lo único que importa”. Así que, partiendo de esta premisa que no es obligado compartir, LeBron tiene los derechos de blasonar a sus anchas durante todo un año y, mejor que eso, hay que quitarse el sombrero ante su majestad.

Puede que no te guste LeBron James. Es un derecho. Tampoco hay que odiar a un fenómeno que es un padre ejemplar y hasta ahora ciudadano modelo.
Lo que sí merece es reverencia por sus logros.

Mis respetos, LeBron Raymone James, mis respetos.

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