De puñetazos, política y moral

Ocurrió en el pasado Consejo de Gobierno Ampliado. Nuestro presidente Danilo Medina dio un puñetazo en la mesa y dijo que todo el mundo debía actuar con transparencia.

Ocurrió en el pasado Consejo de Gobierno Ampliado. Nuestro presidente Danilo Medina dio un puñetazo en la mesa y dijo que todo el mundo debía actuar con transparencia. Resaltó que no saldrá del Palacio Nacional con la cabeza inclinada cuando alcance el final de su gestión, aunque tenga que irse con pocos amigos. Fue una excelente advertencia, que implica, además, preocupación por lo que puede ocurrir. Sus palabras me han motivado a reflexionar sobre política y moral.

Política y moral son dos palabras que conforman un matrimonio. Y del mismo modo que ocurre entre los cónyuges, habrá contradicciones entre ellas, pero deben ser más de forma que de fondo, porque si son de tal magnitud que imposibilitan la convivencia de la pareja, con más elementos incompatibles que comunes, el desenlace será fatal para la familia, que en este caso es la población, a la que todo político está supuesto a servir.

¿Existe para nosotros una moral política y una moral universal diferentes? En igual conducta ilegal, ¿favorecemos la de los políticos y condenamos la de los demás? ¿Debe la justicia tratar a unos con paños tibios y a otros aplicarles todo el peso de la ley? ¿Y será cierto que para algunos es comprensible el robo cometido por un funcionario público y no el realizado por un operario de zona franca?

¿Tienen los políticos libertad para hacer lo indebido, pues cuentan con la protección de los gobernantes y el desinterés de los gobernados? ¿Cómo valoramos al político honesto y al que es delincuente? ¿Son acaso la pasividad colectiva y la indiferencia generalizada las promotoras de que muchos de nuestros políticos se consideren intocables, porque sus malos actos no tienen sanción en los tribunales?

Quizá por ello el político que se respeta en no pocas ocasiones piensa dejar todo atrás y dedicarse a la vida privada, rodeado de sus seres queridos, yendo de la casa al trabajo, sin nada que lo perturbe, salvo conseguir lo básico para vivir.

En nuestra cotidianidad política, generalmente, mientras más se quiere hacer lo correcto, más se padece. En consecuencia, si no entendemos las debilidades humanas, con sus luces y sombras, con sus caprichos y necedades, sufriremos mucho en el difícil arte de hacer política con serio criterio.

Y mientras tanto, metámonos esto en la cabeza: la moral es una y abarca a todos los seres humanos, y mientras más encumbrados están en la política, más deben estar comprometidos con esa moral y más debemos exigirles. Política y moral: unión indisoluble.

Es mi esperanza que las precisas palabras de Danilo Medina, con todo y puñetazo, sean tomadas en cuenta y que quien no lo haga sufra las consecuencias.

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