Leche dudosa

Los controles y vigilancia sobre la calidad de lo que la población consume forman parte fundamental de las políticas públicas en los países que han alcanzado un pleno desarrollo, e incluso en los que han logrado avances significativos. En contraposici

Los controles y vigilancia sobre la calidad de lo que la población consume forman parte fundamental de las políticas públicas en los países que han alcanzado un pleno desarrollo, e incluso en los que han logrado avances significativos. En contraposición, naciones en las cuales los consumidores importan un bledo permiten que a su territorio entre cualquier porquería que va a parar a los estómagos de su población.

Decimos lo anterior basados en denuncias de que en el mercado nacional se están vendiendo productos importados que carecen de certificación, en perjuicio de los productores nacionales o de importadores reconocidos, pero sobre todo de los consumidores. Uno de esos productos es la leche en polvo. Se afirma que el mercado está saturado de un producto llegado de Europa y sobre el cual las autoridades no han tenido control para saber su procedencia real, su nivel de calidad o si efectivamente es apto para el consumo humano. Conforme las denuncias, ese producto se comercializa principalmente en barrios pobres y en campos de nuestro país, evidentemente aprovechándose del bajo nivel de fiscalización, y además de la escasa perspicacia de los consumidores pobres, los cuales generalmente primero atienden a factores económicos que a la calidad.

Son las autoridades las encargadas de evitar que la gente pobre consuma cualquier porquería solo por el hecho de que es más barato. Una pregunta obligada en ese sentido es: ¿Cómo se logra ingresar al territorio dominicano un producto de gran consumo sin que la Dirección General de Aduanas lo impida?
Sin embargo, y aunque ese es un elemento importante a la hora de evaluar, el posible descuido de las autoridades aduanales no es comparable a la negligencia que se le puede atribuir al Ministerio de Salud Pública, a través de su departamento de alimentos y bebidas, al no evitar que un tipo de leche de dudosa calidad se expenda en el mercado. ¿Cuántas madres dan a sus niños este tipo de leche pensando que en realidad los están alimentando, cuando posiblemente lo que están es enfermándolos sin darse cuenta? Uno espera que esta clase de fraude no ocurra. Pero ocurre frente a las propias autoridades. Creo que la importancia de ese tema nos obligará a abordarlo nuevamente, esperando que al menos Pro Consumidor haya tomado las medidas que correspondan.

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