Merengue, expresión amenazada de la dominicanidad (2)

Cuando hablamos de “merengue típico” y de “perico ripiao” evocamos el sabor del Cibao, en su concepción más amplia, incluyendo a los “linieros”, hasta Dajabón. Fue esta concepción propia de los grandes músicos originales, de los…

Cuando hablamos de “merengue típico” y de “perico ripiao” evocamos el sabor del Cibao, en su concepción más amplia, incluyendo a los “linieros”, hasta Dajabón. Fue esta concepción propia de los grandes músicos originales, de los que la historia musical apenas atesora algunos nombres, responsables de la evolución espontánea de nuestra música nacional. Según nos apunta Gilberto Concepción, fue en La Vega, en 1922, que se tocó el primer merengue con arreglos para orquesta. En su origen, siguiendo lo que se estilaba con la danza y otros bailes, el merengue “tiene dos segmentos: el paseo y el jaleo”.
Remembranzas de esto se nota en el moderno “¿Poque te fuite duice amo’ei?”, con Raquel Arias. “Las estrofas que acompañan al merengue pueden ser de tipo copla, seguidilla, décima o, con menos frecuencia, pareados”. Fue Rafael Trujillo el gran impulsor del merengue cuando lo utilizó como música oficial de su régimen, como estrategia político-mercadológica, convocando a músicos de magistral talento, como la gloria nacional Julio Alberto Hernández entre otros, que transformaron el merengue de “enramá” en un merengue de salón, con súper orquestas, que mantuvieron su base rítmica original y que introdujeron la güira y la tambora, como parte de su instrumental. Las orquestas Santa Cecilia, de Luis Alberti; la Orquesta Antillana, de Antonio Morel, y la Súper Orquesta San José, finalmente con el maestro Papa Molina, son viva expresión del merengue que llenó décadas y que sentó bases para su evolución.

En el exterior la Billo’s Caracas Boys, del maestro Luis María Frómeta (Billo), catapultó el merengue en Venezuela y Colombia. La mayoría de los que sonaron en la “Era de Trujillo”, dedicaban loas al “Jefe”, a su régimen o a elementos relacionados con él, con fuerte dosis de “lambonismo”. Se desarrollan al mismo tiempo, dos versiones paralelas de nuestro ritmo nacional y cuya evolución las ha llevado por rutas distintas, aunque conservando su esencia rítmica y su sabor dominicano: el merengue típico y el de orquesta. El ajusticiamiento del dictador Trujillo abrió las puertas a la evolución de nuestra música nacional. La influencia de la música americana llevó a los responsables de su evolución, a partir del 1961, a acercarlo más a las demandas de los jóvenes de entonces: Félix del Rosario, Johnny Ventura y su “Combo Show”; Vinicio Franco, José Tamárez Mateo (Joseíto Mateo), que, aunque cantantes de la Era, se destacaron ampliamente a partir de la desaparición del régimen. Joseíto, hoy con 96 años, bien bailados y más de 70 en la música, aun canta. Wilfrido Radhamés Vargas Martínez (Wilfrido Vargas) y sus “Beduinos”, cabeza de un “movimiento”, con arreglistas de la talla de Jorge Taveras, Sony Ovalle y Juancho Viloria. Wilfrido gestó o contribuyó a crear figuras como Fernando Villalona, Bonny Cepeda y los Kenton, surgidos del grupo “Los Hijos del Rey”. Es la Época de Oro… 

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