Ya empiezan a ser más que perceptibles los vientos que soplan desde Washington y recorren el mundo, y obviamente, en el traspatio caribeño no hay manera de evitar que se tornen huracanados. En lo inmediato, una medida que en forma alguna se ejecutó pensando en los dominicanos, tendrá su efecto en las OGNs que gozan de un trato privilegiado de la agencia norteamericana que suministra fondos para financiar programas relacionados con salud reproductiva.
Es un ámbito estrictamente social, pero hay que imaginar que otras acciones de la administración de Donald Trump tendrán implicaciones económicas o políticas. Como se sabe, el nuevo presidente de EEUU aboga por políticas proteccionistas, y según la filosofía en que se sustentan es poco el valor que atribuye a factores geopolíticos, sea frente a países del primer mundo o naciones con economías disminuidas.
Su orden ejecutiva para retirar a EEUU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), concebida para “proteger a los trabajadores norteamericanos”, arrasó con un proceso de negociación de más de seis años de la presidencia de Barack Obama, y que buscaba la apertura de los mercados vinculados. Para Trump, constituye un mecanismo más de pérdida de oportunidades para sus conciudadanos. Habrá que esperar una suerte parecida para el Nafta, o Tratado de Libre Comercio de América del Norte (EEUU, México y Canadá).
Necesariamente habría que pensar en el destino del DR-Cafta que abarca a Centroamérica y República Dominicana. Aquel acuerdo apenas estaba en vía de aplicación y sus consecuencias inmediatas podrían ser esencialmente políticas, pero en lo atinente al pacto comercial con esta región que lleva más de doce años de ejecución quizás seguiría otro protocolo. En cualquier caso, es un tratado con pequeñas economías que no constituyen una amenaza para la principal economía mundial. Un rompimiento tendría consecuencias que el país debe considerar seriamente.
El asunto es que Donald Trump está imponiendo nuevas reglas. La Unión Europea ha declarado que están condenadas al fracaso. Si así ocurriere, sería un fracaso de alcance global, desde cualquier punto de vista. Los vientos que soplan desde el Potomac podrían tener los efectos de un ciclón batatero en la cercana región del Caribe.
