Neoyorquinos ofrecen una mano y su casa a hispanos

Nueva York. Maribel Torres corta tomates mientras Ruth Silverberg, a su lado, desmenuza con los dedos la carne ya cocida. Pronto, un aroma a cebolla y ajo inunda la cocina.

Nueva York. Maribel Torres corta tomates mientras Ruth Silverberg, a su lado, desmenuza con los dedos la carne ya cocida. Pronto, un aroma a cebolla y ajo inunda la cocina.”Esto es chile. Pica, spicy”, le dice Torres -una inmigrante mexicana- a Silverberg, su vecina estadounidense.

“I like spicy”, le responde, concentrada en su tarea de aprender cómo se cocina una “tinga” de res mexicana. Pero la estadounidense de 63 años no está en casa de Torres sólo para aprender a cocinar platillos mexicanos e intentar hablar español.

Silverberg quiere conocerla mejor y saber cómo atiende a su familia, porque en caso de que Torres o su marido sean detenidos o deportados, también está dispuesta a hacerse cargo por un tiempo de los hijos de esta mexicana.

Desde su triunfo en noviembre, el presidente Donald Trump ha sembrado el miedo entre comunidades inmigrantes de todo el país. En Staten Island, cerca de Manhattan, alrededor de 30 estadounidenses -incluida Silverberg- se reúnen de forma regular con vecinos hispanos que viven ilegalmente para discutir cómo podrían ayudarles, incluso dando cobijo temporal a familiares en caso de deportación de uno de sus padres.

“Tengo espacio suficiente en mi casa”, dice Silverberg, una profesora de universidad que vive en un apartamento de Staten Island con su hijo de 24 años. “Quizás no tengo muchas habitaciones, pero puedo ir a comprar una de esas paredes de Ikea y crear espacio para hasta 10 personas”. Los encuentros son organizados por La Colmena, un grupo local de ayuda a inmigrantes. En las reuniones se intercambian números telefónicos y se planean comidas en las que cada uno preparará un plato diferente. Iglesias y organizaciones han ayudado desde hace tiempo a los inmigrantes, pero no es común escuchar que ciudadanos comunes participen en ese tipo de iniciativas.

Michael DeCillis, un expolicía y ahora profesor de estudiantes con discapacidades, asegura que no dudaría en ofrecer su casa a inmigrantes que lo necesiten. Mientras no se presenta el caso, puede acompañarles a una cita médica o ayudarles a conseguir servicios públicos si tienen miedo de acercarse a una oficina del gobierno, asegura.
“Aún estamos en la fase de organizarnos. Estamos intentando ver qué es lo que estos inmigrantes realmente necesitan,” asegura el neoyorquino de 45 años, quien creció en Staten Island y ahora vive en Brooklyn con su esposa dominicana. DeCillis asegura que ayudar a hispanos que viven ilegalmente en el país, pero que contribuyen a la sociedad, es para él una responsabilidad personal y cívica.

500,000 inmigrantes no autorizados viven en NY

La idea de conectar a estadounidenses con inmigrantes no autorizados empezó poco después de las elecciones de noviembre, cuando varios residentes de Staten Island preguntaron a La Colmena cómo podían ayudar, explicó Gonzalo Mercado, el director del grupo. Según cifras municipales, unos 500,000 inmigrantes no autorizados viven en la ciudad de Nueva York. Mercado estima que del total, unos 20,000 mexicanos radican en Staten Island.

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