Ciudad del Vaticano. Varias decenas de teólogos, sacerdotes y académicos tradicionalistas acusaron formalmente al papa Francisco de propagar herejías con su apertura en 2016 hacia los católicos divorciados que se vuelven a casar por lo civil.

En una carta de 25 páginas enviada el mes pasado al pontífice y proporcionada, los 62 firmantes expidieron una “corrección filial” a Francisco, un recurso al que dijeron no se había recurrido desde el siglo XIV.

En la misiva se acusa al papa de propagar siete posiciones heréticas relacionadas con el matrimonio, la vida moral y los sacramentos en su exhortación apostólica “La alegría del amor” y subsecuentes “actos, palabras y omisiones”.

La iniciativa sigue a otra similar y formal de cuatro cardenales tradicionalistas que también solicitaron a Francisco en una carta que les aclarara una serie de interrogantes que tenían respecto al texto mencionado.

Francisco no ha contestado ninguna de las cartas. El portavoz del Vaticano no respondió un correo electrónico que The Associated Press le envió el sábado para solicitarle declaraciones sobre el particular.

Ninguno de los firmantes de la nueva misiva es cardenal, y entre ellos el clérigo de más alto rango es de hecho alguien cuya organización carece de carácter legal en la iglesia Católica: el obispo Bernard Fellay, superior de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, una organización creada después del Concilio Vaticano II y que está alejada del Vaticano.

Otros signatarios son admiradores conocidos de la antigua misa en latín celebrada por los seguidores de Fellay.

A pesar de ello, los organizadores dijeron que la carta era importante y una señal de la preocupación entre cierto contingente de académicos y pastores en torno a las posiciones de Francisco, que consideran suponen un peligro para los creyentes.

La controversia data desde el 2016

Cuando se publicó “La alegría del amor” en abril de 2016 suscitó controversia porque abrió la puerta a que se permita que los católicos vueltos a casar reciban de nuevo la comunión. Según las enseñanzas de la Iglesia, a menos que estos católicos obtengan una anulación -un decreto eclesiástico que invalida su primer matrimonio- no deben recibir los sacramentos.

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