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Un thriller político de intrigas que, sobre todo, intenta destruir la idea que tiene el imaginario de la intelectualidad que ve en la figura…

Un thriller político de intrigas que, sobre todo, intenta destruir la idea que tiene el imaginario de la intelectualidad que ve en la figura de Shakespeare el símbolo de una sociedad que parió a un grupo de artistas críticos de su tiempo.

El cineasta Roland Emmerich se aleja de la ficción científica y entra en la ficción histórica amparado en la teoría Oxfordiana pretendiendo destruir a Sir William Shakespeare; pienso que tanta genialidad para la época solo era posible en un grupo de individuos o de una sociedad y que ese nombre autoral de tan bellas obras fue el seudónimo de esa colectividad anónima.

Por lo único que vale la pena ver este filme es por su extraordinaria puesta en escena y una trama que cuenta uno de los momentos más conflictivos del Reino Unido como lo fue el de la Reina Elizabeth I (interpretada aquí por Vanessa Redgrave), quien puso de moda el pintalabios.

No obstante la hipótesis del filme basado en la controversia literaria de quién fue en verdad este William Shakespeare, es de gran interés conocer a qué se debió tanta genialidad en marcar una enorme calidad en cada pieza teatral; es sobrecogedor el profundo conocimiento de la sociedad de su época (que poco cambia en actitud a la de hoy con las mismas contradicciones planteadas en sus obras); su detallada descripción de sociedades a miles de kilómetros de la suya como la italiana.

El filme, cargado de simbolismo político, aborda la supuesta relación incestuosa de la Reina Elizabeth I con un hijo suyo como parte de la trama en la que los protagonistas son la intriga, misterios de la historia, amores imposibles, arte escénico y la atroz conducta de una sociedad que se creó sobre los cadáveres de millones de esclavos africanos, pues no se ha de olvidar que esa fue la fuente originaria de lo que es hoy Inglaterra. La trama comienza en el presente cuando un actor discursa a la platea sobre esta historia.

En un raccord acompañado por una escena de lluvia, somos transportados al periodo Isabelino, época en la que el teatro era considerado libertino e inmoral. Repleto de twist el filme cuenta las motivaciones de los personajes. 

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