Tempestad del Silencio, de Mateo Morrison

Esa poesía que acompaña a la Humanidad desde las sociedades más remotas hasta nuestros días, la misma que es palabra y pan de vida, esa que no puede quedar indiferente ante los sueños de redención y dicha, pero que también acompaña en el dolor,&#8

Esa poesía que acompaña a la Humanidad desde las sociedades más remotas hasta nuestros días, la misma que es palabra y pan de vida, esa que no puede quedar indiferente ante los sueños de redención y dicha, pero que también acompaña en el dolor, la alegría, el amor y el desamor, es la que cultiva Mateo Morrison desde hace medio siglo.

Sin alejarse de la estética y su evolución histórica, la poesía de Morrison estalló junto con los cañonazos de la Revolución y Guerra Patria de 1965, por lo que generacionalmente se le incluye entre los poetas dominicanos de Post Guerra.
La eclosión de la que forma parte asumió la creación poética como un compromiso patriótico, siempre identificándose con la causa del pueblo explotado, con los hombres y las mujeres sobre los que se levantan las pirámides de la injusticia social.

Los nuevos paradigmas surgidos en el mundo tras la caída del llamado mundo socialista, el advenimiento de la Globalización y el libre mercado trajeron cambios no solo en las concepciones económicas, sino también en la literatura y el arte en general, provocando que muchos poetas trasladaran sus inquietudes humanísticas y sociales al “arte por el arte”, la belleza de “la palabra por la palabra”, en fin, a la incomunicación poética.

Así han estado los poetas dominicanos de las generaciones que siguieron a Morrison.

Pero el autor que hoy comentamos ha sido coherente en el cultivo de una poética interesada en el drama trágico en una y cómico en otra, que siempre encarna la condición humana.

Denis Mota, de la generación del creador de Tempestad del Silencio, lanzó un grito de estupor cuando Basilio Belliard, concluida la pasada Feria Internacional del Libro, dijo que los poetas de ese tiempo no tenían nada qué decir.

La preocupación ecológica y humanística presente en Tempestad del Silencio demuestran que un verdadero poeta siempre tiene qué decir, sobre todo cuando se expresa con intensidad de sentimiento, calidad literaria y estética renovada.

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