Este distinguido médico y maestro nació en Santo Domingo el 5 de junio del 1905, descendiente de españoles provenientes de las Islas Canarias, que se establecieron en el sector de San Carlos.
Se graduó de la Escuela Normal Superior de Santo Domingo en el 1923 e ingresó a la Universidad de Santo Domingo en el 1924. En fecha 31 de julio del 1929 recibió su titulo de licenciado en Medicina y Cirugía por nuestra universidad. En el mes de octubre de ese mismo año recibió el exequatur de ley por parte del poder ejecutivo. Desde su graduación instaló su consultorio y residencia en la calle Trinitaria número 7,en donde concitó gran clientela, pero por su carácter humanista y generoso, las entradas pecunarias no iban a la par con el gran esfuerzo profesional.

En el año de 1937 ocupó primero el cargo de director del Hospital Juan Pablo Pina, y luego médico director del Leprocomio Nacional de Nigua. En el 1939, actuaba como médico adscrito a la oficina sanitaria de Distrito de Santo Domingo, de la entonces Ciudad Trujillo. Pese a su gran éxito profesional y a su nombre como médico, su pasión era la enseñanza. Se integró tempranamente a la docencia, ofreciendo gran cantidad de cátedras en la Universidad de Santo Domingo. Fue profesor de Neurología, Higiene y Patología general. Ocupó en la Universidad de Santo Domingo los cargos de decano, vicerrector y rector. En el 1966, se unió al grupo de 110 profesionales que fundaron la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña, figurando su nombre en la placa de bronce que así lo consagra. Sus cátedras eran un generoso espectáculo de sabiduría y conocimientos, ni muy altanero, ni muy humilde, era claro y brillante en el decir, y justo en la valoración del estudiante, como relató el doctor Mariano Lebrón Saviñón. Sobre el doctor Piantini escribió el doctor Rafael Miranda J. en si “Historia de la Medicina” : Ya nos lo encontramos rindiendo honor a la cultura, desde los años mozos en la Sociedad Atenea,, donde discutíamos y soñábamos en aquella edad, que la vida era regalo de esperanzas, el ideal, acicate de superación, y los sueños juveniles, nos hacían bellas promesas de un porvenir rosado, cuajado de opulencia y felicidad”, para más adelante agregar: “ el doctor Miguel Piantini Morales nacido con un libro bajo el brazo, ha vivido con un libro en las manos y morirá con un libro ante sus ojos, como si su exsitencia hubiera querido significar, la singular simbiosis del hombre con el libro”.
Premonitorias palabras, pues meses antes de morir, fue admitido en la Academia Dominicana de la Lengua, y fue recibido por su colega y amigo Lebrón Saviñón. También fue distinguido miembro de la Academia Dominicana de Medicina, que le dedicó un sentido homenaje póstumo en el 1977.

Al recibirlo en la Academia Dominicana de la Lengua, el doctor Lebrón Saviñón dijo: “ Con él ingresa a nuestra institución un intelectual de altas dotes, a quien adornan virtudes paradigmáticas, que concitan hacia su persona reverente admiración. Le conocíamos como gran hablista, conocedor profundo del idioma y templado en las disciplinas filosóficas.
Médico forjado bajo Hipócrates, con una honestidad a toda prueba, exento de ambiciones materiales, forma una personalidad excepcional, que hubiera sido familiar en los aristocráticos jardines de Academus”.

El doctor Piantini Morales falleció en su ciudad natal el 19 de diciembre del 1976, dejando tras de sí un gran legado de acrisoladas virtudes y de un historial acádemico tremendo, pues estudiantes de diversas facultades acudían a sus clases para escucharle tratar los más diversos temas.

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