Señor director. A pesar de la situación actual de nuestros países, el planeta (ese paraíso terrenal) y la naturaleza que mayormente lo ocupa, nos sigue regalando la hermosura de sus paisajes, sus agradables aromas a hierbas y flores, a tierra mojada, a canto de árboles, ríos y aves, a murmullos de mar, hojas secas, pisadas y sonidos de animales, y con ella el viento fresco, el sol, la lluvia, la tierra con sus frutos y alimentos…, y toda la vida que posee y vive en él, como un recordatorio de que sin importar lo que pase afuera, todo internamente sigue su curso, la vida florece y nos sigue sucediendo por doquier. El planeta tiene sus propios medios de subsistir y nos recuerda que nosotros también.
En más de una ocasión es casi seguro que quisimos dejarlo todo atrás, emprender un nuevo camino y olvidar ciertos sucesos y episodios que nos rompieron el alma. Hagamos un ejercicio almico y adentrémonos en nuestro mundo interior a ver que pasa en él. Es casi seguro que está a salvo de los agentes externos, pero corre peligro de ser olvidado y menospreciado por nosotros mismos, la solución no es huir, sino adentrarse en uno y desligarse un poco de lo exterior.

La falta de autoestima y amor propio, de admiración y aceptación al Ser que nos habita y Somos, nos está consumiendo, y la mayoría de nuestras energías van enfocadas hacia afuera, a nada en concreto y a todo a la vez. Sería muy bueno aprovechar esta tregua obligada para emprender ese recorrido interior y hacer un análisis de daños y pérdidas, y ver con qué contamos todavía. Nos sorprenderemos al constatar que muchas de nuestras habilidades están aún intactas, y que otras tantas heridas dejaron de sangrar y ya cicatrizaron, y que fuimos nosotros quienes nos empeñamos en mantenerlas abiertas exteriormente para auto compadecernos y justificar nuestro proceder.

Cada día se hace más necesario conocernos a nosotros mismos y avanzar a grandes pasos, aunque no percibamos nuestro avance y su alcance, es cuestión de dar un paso a la vez, poco a poco nos iremos dando cuenta. Venimos solos y en cueros a la vida (a excepción de los partos múltiples), sin nada material excepto el cuerpo, lo cual quiere decir que nada ni nadie nos debe resultar imprescindible.

Tratemos de estar en calma, de no temer a nada ni a nadie y de dejar salir nuestro verdadero Yo. Todo lo demás es solo cuestión de dejarlo fluir y ser.

Contamos con el poder para transformarlo todo y superar las calamidades, somos parte de la perfección universal divina, y capaces de trascender más allá de lo increíblemente inevitable.
Vamos a usar nuestros recursos intrínsecos, y nuestro poder del pensamiento y sus claridades, para solventar esto y dejarlo sin efecto muy pronto, todo tiene un valor y una función especial, reconozcamos la nuestra.

Colaboremos con la reconstrucción de la humanidad, hagamos nuestra parte y démosle un mejor sentido a esta crisis temporal. Es hora de cambiar nuestra manera de actuar.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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