¿Qué tan justa suele ser la sociedad con las enfermeras? Qué tanto nos hemos preguntado sobre su rol cuando estamos recluidos en un centro hospitalario y cómo nos acompañan durante esos días difíciles. Las preguntas, quizás chocantes, no dejan de ser válidas, aunque se originan en que precisamente ayer se conmemoraba el Día Internacional de la Enfermería.
Podría decirse que cualquier consideración siempre estará asociada a su condición de auxiliar en el ejercicio de la medicina. Como quiera que sea, se trata de una acompañante clave en esas horas o días de padecimientos que afrontamos los seres humanos, y que su desempeño puede resultar decisivo.

En el pasado, las enfermeras eran el resultado de un ejercicio colaborativo que se fundaba en el empirismo, pero como pasa con todos los oficios o profesiones, cada vez se preparan más y su nivel de formación alcanza hoy el grado de licenciatura. Como en todo, el mayor grado de calificación está determinado por la entrega, el compromiso, el amor y la pasión con que se cumplen las tareas.

En el caso dominicano, las enfermeras tienen quejas permanentes. Que son invisibles, que no se les toma en cuenta en la medida debida y que las tienen al margen de los programas de mejoría de las condiciones de trabajo y de vida. Y que están ausentes en los órganos de planeación o dirección de las políticas de salud colectiva. Queja quizás compartida –a otra escala- con los médicos organizados.

Justo en estos días de azote de la humanidad por la COVID-19, vemos las denuncias sistemáticas de que no se les provee de los medios, equipos o útiles de seguridad imprescindibles para cumplir sus misiones. Sus quejas incluso han sido expuestas en público al mismo ministro de Salud durante sus rutinarias “ruedas de prensa”.

Nomás ayer decían que 130 están contagiadas de la COVID-19 y otras están aisladas a la espera de pruebas, lo que impacta su presencia en los centros asistenciales y reclaman que nuevo personal disponible sea contratado para mejorar sus condiciones de trabajo.

Si es así, las enfermeras no tienen motivos para celebrar, pero sí para recibir felicitaciones. Y es lo que en efecto hace elCaribe. Felicitarlas por la encomiable labor que realizan.

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