El otrora primera base de varios equipos en la MLB completó una licenciatura en ciencias en estudios liberales

Carlos Peña siempre ha sido muy respetuoso de la tradición familiar. Sus padres le inculcaron valores desde temprana edad y uno de esos principios era cumplir con lo pendiente.

El otrora primera base de varios equipos en las Mayores, un hombre que en 2007 sintió cómo Dios tocó su vida, tenía una tarea por ejecutar.

Y hace varias semanas le puso el cotejo verde de realizada a esa asignación.

“Terminé mis estudios, cumplí con mi familia. Hace poco le dí a mis padres, a mi esposa y mis hijos la satisfacción de poder completar mi carrera”, dijo Peña en una entrevista en vivo por Instagram. Su progenitor, Felipe, es ingeniero y su madre, Juana Marisela, fue profesora y contadora. Durante su infancia y adolescencia era primero la escuela y luego el resto.

Cuando se mudaron a los Estados Unidos, era la misma doctrina. Carlos mantuvo su pasión por el béisbol, pero estuvo en dos universidades y de la última, Northeastern University en Boston, donde llevaba varios años, fue seleccionado en el sorteo de 1998 en el décimo turno de la primera ronda por Texas, una organización que le dio más de un millón 700 mil dólares en ese momento. Luego llegó el momento de ir a Grandes Ligas, específicamente en 2001. Hubo buena paga, momentos buenos y malos. Pero faltaba un detalle y al dominicano no le fue fácil obtenerlo.

“Había noches en las que me quedaba dormido en la computadora y Pamela (su esposa) es testigo. Tuve que esforzarme y lo logré”, comentó Carlos, quien obtuvo una licenciatura en ciencias en estudios liberales en Northeastern. Su promedio de notas fue de 3.96.

Carlos, de un hablar tan elegante que parece un diplomático, necesitó de dos años para completar lo que le faltaba porque sus clases era en línea. “Al ser en línea no podía tomar tantas materias como si fuese presencial, pero lo hicimos, lo hicimos que es lo importante”, dijo Peña con un tono que reflejó mucha alegría.

Su graduación tendrá que esperar por el coronavirus. “Lo importante fue cumplir con esta meta”, dijo Peña de 41 años.

Padre de tres y actualmente un analista de la cadena MLB Network, Peña hace un viaje en el tiempo para recordar un momento que cambió su vida y que es la razón por la que utilizó el número 23.

“Fue en 2007, me vi sin trabajo. El 23 de enero, Tampa me llama para invitarme al entrenamiento y ese mismo día había leído el Salmo 23. Ahí resulta que el único número disponible en el equipo era el 23. Mira cómo son las cosas de Dios”, relató Peña.

“ Luego me dejaron libre antes de comenzar la temporada, pero se lesionó Greg Norton y me llamaron al día siguiente que me necesitaban y ahí comenzó otra etapa en mi vida. Dios es maravilloso. Aún me recuerdo de eso y se me eriza la piel”, agregó.

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