Señor director. Sin saber el cómo o el por qué, a veces nos llegan a la mente palabras, ideas o sencillamente cosas que nos ponen a pensar e hilar todo un monólogo reflexivo, que nos deja saber al menos, el para qué.
Se podría decir que la diversidad es uno de los mejores legados de este plano físico, específicamente en este planeta que habitamos, y más específico aun, del colectivo humano, gracias a ella podemos trabajar en conjunto de manera exitosa y fluida.

Cada especie tiene su función y cada integrante de esa especie, tiene su función particular y única en el plano físico. En el colectivo humano cada individuo es en sí una pieza única e indispensable en determinado momento o estación, y hasta que dicha función no está cumplida, estará presente en este plano físico.

Se dice que vinimos a aprender, aunque dicho aprendizaje también sirva de enseñanza a otros. Por eso hay personas con diferentes objetivos de vida, con dones, intereses, pasiones y destrezas diferentes, por eso existe la diversidad.

Existen miles de preguntas, y un sinfín de conocimientos aprendidos y heredados, y por encima de todo eso, una sabiduría innata que muchas veces viene a ser la respuesta a preguntas informulables, una especie de intuición, que nos hace saber un montón de cosas sin necesidad de estudios, ni de observación.
Existe un condensado de información y conocimiento heredado, inscrito en nuestra consciencia colectiva como grupo humano, y en nuestra consciencia individual como unidad vital, adquirido vida tras vida. Sin embargo ¡Cuánto desconocemos de la vida aun!

El libre albedrío es nuestro pasaje de ida y vuelta, gracias a él podemos experimentar infinidad de cosas, saborearlas; ya sean sufridas o gozosas, será nuestra elección, de eso se trata nuestro aprendizaje.

Tierra, mar y aire, son explorados por el hombre desde hace siglos, y a pesar de ello somos ignorantes de la mayoría de sus interioridades.

Marineros, pescadores, buzos, biólogos marinos…, tienen un mundo marino por descubrir. Aviadores, astronautas, astrónomos, astrólogos, científicos espaciales, tienen un mundo desconocido con el que lidiar, y mientras más se empeñan, más desconocen. No han podido descubrir, ni una ínfima parte de todo lo que pulula en la atmósfera, y ni que decir fuera de ella, en el espacio sideral.

Arqueólogos, paleontólogos, geólogos, arquitectos y científicos, juegan a saber las intríngulis terrenales, arman historias, reconstruyen civilizaciones, pero cada hallazgo en lugar de acercarlos, los aleja más de la realidad, aunque ellos opinen lo contrario, el tiempo se encargará de desmentirlos. El planeta guarda infinidad de secretos al entendimiento lógico del ser humano. Nos sorprenden sus respuestas a los estímulos, su capacidad de regeneración, de reinventarse y surgir la vida de entre las cenizas. Por eso debemos ver desde diferentes perspectivas, y agradecer la diversidad. No podemos serlo todo y saberlo todo, y al instante en que lo sepamos, las cosas, ya serán diferentes.

Nada es lo que fue, ni lo que parece ser. Todo se mueve, cambia, se transforma y evoluciona, lo único que permanece constante es la semilla de vida.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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