El dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina poseía diferentes rasgos en su personalidad: Tenía rasgos narcisistas, obsesivos, histriónicos, paranoides y un trastorno antisocial de la personalidad.

Así lo describe el psiquiatra José Miguel Gómez en su obra “Trujillo visto por un Psiquiatra”, un trabajo de investigación que abarcó tres años de entrevistas con familiares y amigos del dictador.

En su libro, Gómez aclara que no hay en la constelación de esos rasgos un narcisista puro o un histriónico puro.

Era de carácter tranquilo, en ocasiones impulsivo, colérico, y en otras ocasiones de emociones desproporcionadas.

Para Hans Paul Wiese Delgado, Trujillo era poco “lunático”. Sin embargo, para Germán E. Ornes era calmado, sereno, esforzado, activo, arrollador y esmerado.

El doctor Joaquín Balaguer lo describe diciendo: “Era de carácter versátil, sumamente impresionable y de reacciones muchas veces elementales, no colocada del todo todavía por las ideas racionalizadas, sino además un ser extraño que tuvo enormes complicaciones psicológicas y que a menudo careció de control sobre sus movimientos sensitivos.

Trujillo y su temperamento

Trujillo llevaba en sus orígenes los patrones de conducta hereditario de su abuela Silveria Valdez, una mujer dominante, fuerte, guerrera y política activa; y del abuelo Trujillo Monagas, sagaz, hábil, tranquilo, activo militar y aventurero. El temperamento de Trujillo era una continuidad de ambos.

El psiquiatra José Miguel Gómez lo describe como dominante, hábil, desafiante, de vocación por las armas, por la vida militar y por el poder.

En sus primeros años y en su vida pre-escolar y escolar este socializó con su abuela Silveria Valdez, quien era la dueña de un hotel tipo fonda, y fue de los Trujillo el que más influencia recibió del carácter de la abuela, en la forma de cómo deberían hacerse las cosas y veía cómo reaccionaba la abuela a las demandas psicosociales de la época y por quien estaba influenciado social y políticamente.

Es decir, que la influencia de su abuela en la constitución de la personalidad de Trujillo fue doble con el temperamento y el carácter.

Aspectos socioculturales de la personalidad de Trujillo

Trujillo es el resultado social de su familia, de su sociedad y del país donde vivió, asegura Gómez.

“Socialmente, viene de una zona rural pobre y limitada, de una familia aglutinada, extensa, disfuncional y de un modelo no sano para el desarrollo psicosocial”, destaca en el libro.

Sus influencias políticas fueron Lilís, Santana y Buenaventura Báez.

Tenía ancestros creyentes en el catolicismo por lo que aprendió a adorar a la Virgen de la Altagracia, de la que era devoto, y también creía en el vudú de los ancestros de sus raíces haitianas.

Era supersticioso, creía en la brujería, le “temía a lo malo”, tenía creencias muy arraigadas sobre lo divino y lo terrenal.

Como todo joven rural tenía la necesidad de ser un macho, poseedor de su caballo, una silla, un revólver y más de una mujer.

“Como todo macho, nunca modificó sus actitudes: prepotencia, autoritarismo, carácter duro y don Juan hasta la muerte”.

“Su ascenso económico y social estaba cifrado en la guardia, las armas y el dinero, lo cual no es símbolo de status y mucho menos en una sociedad prejuiciosa, discriminativa y sectorizada por grupos sociales que se definían de Primera y él, Trujillo de Segunda, condición social que nunca aceptó, llevándolo a comportarse como un resentido social y conductual”, se resalta en el libro.

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