Correo de los lectores

La vida entre espinasSeñor director. De pequeños nos han contado historias con finales felices y nos hacen creer que en la vida todo es color de rosa, algo que generalmente nos inculcan para luego hacernos saber que solo son…

La vida entre espinas
Señor director. De pequeños nos han contado historias con finales felices y nos hacen creer que en la vida todo es color de rosa, algo que generalmente nos inculcan para luego hacernos saber que solo son historias fantásticas, que la vida se desenvuelve entre espinas, que las rosas, al igual que su aroma, pierden pronto su encanto y belleza y que en realidad, lo que da fortaleza a esa planta son precisamente sus espinas.

Viendo la vida de esa forma, la realidad resulta poco atractiva, pero si somos pacientes, siempre disfrutaremos de algunas rosas entre las espinas, y así como las espinas son imprescindibles para las rosas, de la misma forma son imprescindibles las heridas en nuestro paso por la vida. Ellas son las que nos dan la fortaleza para crecer, desarrollarnos y sacar a relucir nuestra sabiduría interior, deberían dejarnos un buen sabor en la boca, ya que gracias a ellas nos desarrollamos como seres pensantes y evolucionados, y no tienen que causarnos sufrimiento, el dolor quizás es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, va a depender de la cantidad de resistencia que le opongamos a sentir y dejar fluir ese dolor y trascenderlo.

Existe una espina muy importante en el cuerpo humano, la espina dorsal, que es la base y sustento del cráneo y del esqueleto mismo y la responsable de nuestra movilidad y desplazamiento sin perder el equilibrio. Además, es quien protege a la médula espinal, que se encarga de entablar la comunicación entre el cerebro y el cuerpo, algo indispensable para el funcionamiento de nuestro diario vivir. Precisamente del mal funcionamiento de ella y de esa comunicación, también se derivan nuestras enfermedades y dolencias físicas. Así como la espina dorsal se encarga de satisfacer nuestras necesidades más apremiantes de existencia y supervivencia como humanos, las espinas que nos hieren en el transcurso de la vida, se encargan de fortalecer nuestro ser interior, elevar nuestra capacidad de entendimiento y superación, como también de llevar una vida más enfocada en el verdadero propósito de nuestra existencia espiritual. Cada cosa tiene su lado dulce y su lado menos dulce o amargo y ambos nos enseñan, unas a base de alegrías y placeres y otras en base a la tristeza y el dolor, estas últimas si nos lo proponemos, podemos hacerlas más llevaderas, pero debido a los viejos patrones de conducta, despreciamos y menospreciamos ese lado amargo y nos cuesta mucho aceptar sus bondades.

Cuando transitamos entre espinas, vamos atentos, el aprendizaje es mayor, la observación se hace presente, estas nos obligan a tener más precaución, sobre todo después de habernos lastimado. En un camino en el que no sabemos qué esperar estamos a la expectativa, con una gran dosis de ilusión y curiosidad, conociendo, aprendiendo y descubriendo las dos caras de la vida, saboreando el lado dulce y dulcificando el lado amargo para degustar la belleza de la vida y las cosas. Si actuamos así, terminaremos encontrando el sentido de nuestra existencia, tanto terrenal como cósmica.
Idalia Harolina Payano Tolentino
CiudAdana

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