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Apegos o adoctrinamientosSeñor director. Siempre se ha dicho que los humanos somos reacios al cambio a pesar de vivir en un mundo de inevitables cambios constantes, una gran contradicción, seres mentalmente estáticos…

Apegos o adoctrinamientos

Señor director. Siempre se ha dicho que los humanos somos reacios al cambio a pesar de vivir en un mundo de inevitables cambios constantes, una gran contradicción, seres mentalmente estáticos en un mundo en constante movimiento. Pero lo ideal y para lo que estamos hechos es para fluir junto con ese cambio y cambiar también. Ese cambio no es solo de apariencia física o de lugar, más bien el cambio primordial es el que se ejecuta en el interior del Ser, en su manera de pensar, de actuar, sentir y ver la vida, en su forma de evolucionar, tanto física como emocional y espiritualmente.

Ese cambio no se realiza porque nos apegamos a estándares de vida tradicionales, a realidades ilusorias que se fijaron en la mente y quedaron frizadas en el tiempo a pesar de las cosas haber cambiado considerablemente. La estrechez mental y tozudez no nos permiten verlas diferentes, unas veces es el orgullo de no dar nuestro brazo a torcer y otras es por nuestra forma cuadrada de ver el mundo, los mismos lados y las mismas aristas siempre, y para colmo con los mismos cristales que olvidamos limpiar con frecuencia y empañan más la visión. En la mayoría de los casos ese cambio no se ejecuta por miedo a soltar lo que tenemos y creemos la mejor opción. Sin apenas intentar otras, no le damos ningún crédito ni valor, y menos confiamos en su efectividad, el solo hecho de soltar, ya en sí para muchos es un fastidio tanto interior como externo. Pero más que nada se debe al temor a fallar.

El ser animales domésticos tiene sus ventajas y sus desventajas, es difícil soltar la domesticación, nos crían y educan a base de infundirnos temores, sugestionarnos con mentiras atroces y crecemos con miedo a probar que también otras alternativas resultan y dan hasta mejores resultados. Por eso es mejor guardarse un cierto grado de rebeldía interior y antes de acatar órdenes y convertirnos en soldados, analizar al menos si vale la pena, el porqué y el para qué formar parte de un escuadrón suicida que termina acabando con nuestras propias vidas sin llegar a saber el verdadero sentido de su existencia. El miedo en grado superlativo, es el mayor enemigo de la humanidad. Tarde o temprano la vida nos hace tomar el sendero correcto aunque tenga que ser ruda para lograr que soltemos los apegos y dejemos de aferrarnos a conductas automatizadas más perjudiciales que beneficiosas que lo único que consiguen es hacernos esclavos de nuestra autoimpuesta esclavitud.

La realidad es que así sean apegos o adoctrinamientos, procedemos como pelotones de fusilamientos, que nunca se detienen a pensar en la razón por la cual obedecen y fusilan a personas que generalmente son más inocentes que culpables, lo hacen por simple obediencia a un lavado de cerebro que definitivamente les impidió pensar y razonar por cuenta propia, o por miedo a su propia reacción al confrontar sus temores ancestrales y su falta de control mental y autoridad.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Ciudadana

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