¡Honor a nuestros voluntarios!

Cuando viajo a algún país del “primer mundo”, noto la presencia de voluntarios. Los hay cuidando enfermos, ayudando a los estudiantes a cruzar las calles, recogiendo basura, llevando alegría a los hospicios, donando sangre… En fin, pienso…

Cuando viajo a algún país del “primer mundo”, noto la presencia de voluntarios. Los hay cuidando enfermos, ayudando a los estudiantes a cruzar las calles, recogiendo basura, llevando alegría a los hospicios, donando sangre… En fin, pienso que el número de estas personas serviciales aumenta mientras más educada es la sociedad. Y es que la educación es hermana de la solidaridad y ser solidario es sinónimo de voluntariado.

También, por otras razones, resulta más fácil ser voluntario en una nación rica que en una pobre. En estas tierras repletas de necesidades, aunque se quiera, se es voluntario luego de conseguir al menos lo indispensable para vivir. Por ello quien es voluntario entre nosotros merece el mayor de los elogios, no importa la dimensión de lo realizado, pues como decía la Madre Teresa de Calcuta: “No siempre podemos hacer grandes cosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con gran amor”.

Leí que a los voluntarios no se les paga, no porque no tienen valor, sino porque son invaluables. Ahora, en Semana Santa, son nuestros héroes anónimos. Los vemos en las actividades religiosas, avenidas, ríos y playas. Aturdidos por el sol o empapados por la lluvia, cumplen su misión con responsabilidad y decoro.

¿Qué es ser voluntario? Para Cáritas: “Voluntario es el que, además de sus propias labores profesionales, de un modo continuo, desinteresado y responsable dedica parte de su tiempo a actividades no en favor de sí mismo ni de los asociados (a diferencia del asociacionismo), sino en favor de los demás o de intereses sociales colectivos, según un proyecto que no se agota en la intervención misma (a diferencia de la beneficencia), sino que tiende a erradicar o modificar las causas de la necesidad o marginación social”.

El voluntariado enriquece nuestro espíritu, nos hace sentir útiles y nos viste de alegría; además, ayudar al hermano representa un alimento exquisito, hasta el punto de que quien da de sí casi siempre siente mayor satisfacción que aquel que recibe el servicio.
Aquí, a veces en forma de patronato, el voluntariado se hace cada vez más común, abarcando diversas áreas. Su labor es encomiable, donde resalto la de los jóvenes y adultos de la Defensa Civil, Cruz Roja y otras instituciones públicas y privadas. Los felicito de corazón por su trabajo en Semana Santa para salvar vidas, prevenir accidentes y educar a la población. Su presencia es bastante oportuna, evitando el luto en muchas familias dominicanas.

Necesitamos ciudadanos que no vivan para ser servidos, sino para servir. Un gran aplauso a los voluntarios en Semana Santa. Su ejemplo nos motiva a tener más fe en nuestro provenir y en la construcción de una patria mejor.

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