Ni rendición ni pesimismo

Una de las principales características de la juventud es la pasión con que se vive. Mientras con el pasar del tiempo nos volvemos un poco más tibios en como asumimos distintos aspectos de nuestro pensar y sentir, los jóvenes llenos de entusiasmo&#8230

Una de las principales características de la juventud es la pasión con que se vive. Mientras con el pasar del tiempo nos volvemos un poco más tibios en como asumimos distintos aspectos de nuestro pensar y sentir, los jóvenes llenos de entusiasmo tienen una manera más romántica de ver su alrededor. Precisamente por eso es que tan frecuentemente quedan, o mejor dicho, quedamos decepcionados al ver que la vida real no distingue muy bien entre blanco y negro, que contrario a lo que quisiéramos, no hay una lucha entre ángeles y demonios sino que nos toca darnos cuenta de que hay de todo en todos lados.

Esa decepción tiene distintos resultados en la gente. Por un lado, están quienes al ver esto, sencillamente deciden abandonar sus luchas. En ocasiones dejando que la indiferencia se apodere de ellos al pensar que no hay manera de cambiar la realidad o peor aún, cayendo en uno de los peores sentimientos que se puede tener, el cinismo. Por otro lado, están quienes al morir su pasión, se dejan llevar por aquel dicho de “Si no puedes vencerle, únetele” y terminan encarnando aquello mismo que en un momento llenos de ilusión juraron combatir. Ambos escenarios son tristes por igual, pues como suelen decir, los años arrugan la piel pero rendirse arruga el alma.

Nuestra juventud es proporcional a nuestra capacidad de soñar y solo es viejo aquel quien ya no sueña. La vida pone delante de nosotros interminables pruebas y nos toca hacerles frente sin perder esa esencia juvenil que nos lleva a pensar en un mejor mañana tanto para nuestras familias como para el país en general. Sueños que debemos acompañar con acción y una dosis de realismo la cual nos recuerde que no todo es color rosa, pero que jamás nos lleve a pensar que no hay nada que hacer. No existe un destino
inevitable que nos espera sin importar lo que hagamos. Lo que sí existe es un destino que nos espera si no hacemos nada.

Ya he compartido con ustedes que nos encontramos en un importante proceso de transición nacional. Nos acercamos al fin de una era y corresponderá a los jóvenes, tanto los de edad como a los de pensamiento, el finalmente enrumbar el país por el trayecto de las transformaciones que necesitamos para entrar al siglo XXI y lograr la igualdad de oportunidades para la prosperidad de todo el territorio nacional. Desde luego, como toda vela que está a punto de extinguirse, la llama del estatus quo comienza a quemar más intensa y será una fuerte prueba de resistencia para todo el que quiera impulsar cambios.

Recientemente me reunía con estudiantes universitarios respondiendo a sus preguntas sobre distintos temas y una de ellas era sobre qué podría yo decirle a las nuevas generaciones que quieran incurrir en política, aquella que Duarte describió como la ciencia más pura. Queriendo ser lo más sincero posible, les detallé que se trata de un mundo donde encuentras muchos obstáculos para tus iniciativas. Donde las que logres, por la naturaleza de la política, tendrás de frente a una parte importante de la sociedad y es un mundo donde muy frecuentemente serás juzgado por los dichos y hechos de otros por encima de tus propias acciones.

Ante la pregunta de los estudiantes sobre por qué participar políticamente entonces les respondí que todo eso vale la pena si has podido contribuir aun sea mínimamente con un mejor país para todos. Dice la palabra que a quien mucho se le ha dado, también mucho le será pedido. Y en mi caso personal, habiendo recibido la bendición de una familia que amo, el privilegio de representar los ciudadanos como su voz en el Congreso y de nacer en un país paradisiaco en el mismo trayecto del Sol, es mi responsabilidad hacer todo cuanto me sea posible por impulsar las que considero son las mejores causas.

A todo el joven que decida asumir la política como sacrificio, le digo lo mismo, que tenga muy presente todos los obstáculos pero que mantenga siempre viva su pasión y esperanza. Que sepan mezclar correctamente el optimismo y el realismo. Recordando que los pesimistas y los optimistas perecen igual, pero viven diferente.

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