Con su sorprendente triunfo, Alemania se medirá mañana, en la final del Mundial de Baloncesto, al combinado de Serbia, que derrotó a Canadá

Alemania logró ayer en Manila (Filipinas) lo que parecía imposible: dejar a Estados Unidos sin final, por segundo año consecutivo para los norteamericanos. Y lo hizo de manera más que meritoria (111-113), con una actuación coral para enmarcar, con la que minimizaron a la absoluta favorita para alzar el torneo, que a punto estuvo de darle la vuelta al marcador con un último cuarto abrumador.

El partido fue una oda al baloncesto ofensivo, una final anticipada entre dos equipos que bien fueron merecedores de haber peleado por la corona mundial. Al descanso, 119 puntos anotados, récord histórico. Un espectáculo en el que la defensa, pese a estar en un partido FIBA, pasó a un segundo plano.

Alemania, sin complejos y sin miedo ante Estados Unidos, quería alcanzar por fin su primera final de un Mundial; el “Dream Team”, por su parte, plagado de talento joven que no estará en los Juegos Olímpicos, a los que acudirán las grandes estrellas de la NBA, quería hacer valer los pronósticos que lo colocaban como finalista. Ninguno quiso dar su brazo a torcer.

Alemania jugará la primera final de su historia con el aval de haber dejado a los Estados Unidos por el camino. En frente tendrá, mañana (8:30 am hora dominicana) a Serbia, que llega con el gran aliciente de haber dejado también fuera a la favorita Canadá 95-86. Duelo del baloncesto europeo por heredar la corona mundial.

Serbia acabó con Canadá en un partido sobresaliente de Bogdan Bogdanovic en el que minimizó a Shai Gilgeous-Alexander.

Fue la primera semifinal de Canadá, entrenada por el español Jordi Fernández, y la tercera de Serbia, que vuelve a una final de la Copa del Mundo nueve años después de su última presencia en el partido por la corona mundial, en España 2014.

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