Dámaso García, el pelotero aguerrido que llegó al béisbol de casualidad

Santo Domingo.- Dámaso ‘Damasito’ García formó junto a su compatriota Alfredo Griffin la primera combinación de doble matanza de jugadores dominicanos en la historia de las Grandes Ligas, cuando se unieron en 1980 alrededor del segundo cojín de los Azulejos de Toronto.

Sobresalía García por su estatura y figura esbelta alrededor de la segunda base, almohadilla que defendió con buenas manos y un brazo por encima del promedio.

Quien fuera un jugador estelar dentro del terreno de juego falleció este miércoles a los 63 años, tras batallar los últimos 29 de ellos contra serios quebrantos de salud a los que combatió con el mismo estilo aguerrido que lo caracterizó durante sus 11 años de carrera en la Gran Carpa.

En 1991 fue diagnosticado de un tumor cerebral y los médicos no le aseguraban más de ocho meses de vida; vaticinio que pulverizó.

Era un jugador de buenas manos para la defensa, bateador de mucho contacto, muy difícil de abanicar y muy inteligente en el robo de bases.

Debutó en Las Mayores en 1978 con los Yanquis de Nueva York, pero la historia le tenía reservado un rol destacado en la vecina Canadá, dos años después.

En 1984 y 1985 fue seleccionado al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas.

El propio Griffin cuenta que para el Juego de Estrellas de 1984, que se celebró en Anaheim (California, EE.UU.), García lo invitó para que le acompañara, ya que su esposa estaba de viaje.

Un día antes del partido, el campocorto Alan Trammell, de los Tigres de Detroit, se lesionó el brazo y los organizadores de la competición necesitaban un jugador que sustituyera a quien abriría la posición, Carl Ripken, Jr., y García, tan pronto se enteró de la situación, dijo que Griffin estaba en el estadio acompañándole y así su compañero de equipo jugó su único Juego de Estrellas.

PELOTERO POR CASUALIDAD

A García, la oportunidad fue dos veces a su encuentro, literalmente.

A principios de los años 70 fue descubierto por el director deportivo de la entonces Universidad Católica Madre y Maestra, establecida en la ciudad de Santiago, quien le asignó una beca para estudiar ingeniería química.

De ahí, el defensa central García fue llamado a integrar y designado capitán de la selección dominicana de fútbol que disputó los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Santo Domingo en 1974.

Luego de esto, García regresó a su ciudad natal a seguir jugando fútbol, aunque una vez más la oportunidad le tocó las puertas.

El cazatalentos dominicano de béisbol Epifanio Guerrero fue a Moca a ver las condiciones de un grupo de jóvenes peloteros, entre quienes no estaba incluido García, pero alguien le dijo que le diera la oportunidad de verlo jugar y tan pronto lo hizo lo firmó para los Yanquis de Nueva York.

Dos años después del debut de García con los «Mulos de El Bronx», Guerrero pasó a trabajar con Toronto y se llevó a García para esa ciudad, donde hizo pareja con Griffin.

SUS MEJORES NÚMEROS

Fue con los Azulejos donde ‘Damasito’ García puso sus mejores números, disparando en su primera temporada 151 indiscutibles, remolcando 46 carreras, anotando otras 50, con 30 dobletes, 13 bases robadas y promedio de .278.

Al año siguiente las lesiones limitaron su participaron a solo 64 partidos, pero en 1982 regresó para batear .310 de promedio y conectar 185 hits, sus más altos registros en esos encasillados, así como pegar 32 dobles y estafarse 54 almohadillas, también su mayor número en este departamento.

Tras esa campaña redonda fue premiado con el Bate de Plata, que distingue al mejor pelotero ofensivo de cada posición.

García fue invitado al Juego de Estrellas de 1984, gracias a su temporada regular de .284, 46 vueltas producidas, igual número de estafas, 180 indiscutibles y 70 vueltas anotadas.

Su única participación en postemporada fue en la Serie de Campeonato de la Liga Americana de 1985 cuando sus Azulejos cayeron en siete partidos ante los Reales de Kansas City.

Las lesiones contribuyeron a acortar el accionar en las Grandes Ligas de García, quien pasó a jugar en 1986 para los Bravos de Atlanta, para finalizar un año después su carrera con los Expos de Montreal.

En la pelota dominicana jugó sus siete temporadas -varias de ellas con muy pocos turnos- para los Tigres del Licey, donde registró promedio de .266, 54 impulsadas y 165 hits.

El respeto que siempre se granjeó entre sus compañeros, le llevaron a la presidencia de la Federación Nacional de Peloteros Profesionales (Fenapepro), apenas un año después de su retirada del béisbol. EFE

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