Retorciéndose por el dolor abdominal e incapaz de desplegar su manera implacable de jugar, Rafael Nadal temió que no tendría otra remedio que abandonar su partido contra Taylor Fritz por los cuartos de final de Wimbledon.

En las gradas de la Cancha Central, el padre de Nadal agitaba sus brazos, indicándole al campeón de 22 grandes que se retirase. Para sorpresa de nadie, el hijo hizo caso omiso. Nadal siguió en la pista, modificó su mecánica del saque y la estrategia de juego — y encontró la manera de ganar.

Con buena parte del público rugiendo y poniéndose de pie tras los mejores golpes de Nadal, el español de 36 años revirtió déficits de un set ante el preclasificado número 11 y emergió ayer con una victoria 3-6, 7-5, 3-6, 7-5, 7-6 (10-4) que le instaló por octava vez en las semifinales de Wimbledon. “En varios momentos pensé que no podría terminar el partido”, dijo Nadal. Lo completó y lo ganó. Pero ahora no está seguro de si será capaz de jugar mañana ante Nick Kyrgios, el australiano de 27 años que alcanzó por primera vez la instancia de los cuatro mejores de un Grand Slam, al eliminar al chileno Cristian Garín, por 6-4, 6-3, 7-6 (5).

En la otra semifinal de hombres, Novak Djokovic chocará contra Cam Norrie.

En las mujeres, Simona Halep, la monarca de 2019, enfrentará a Elena Rybakina, mientras que Ons Jabeur se medirá con Tatjana Maria.

Halep eliminó a Amanda Anisimova por 6-2, 6-4, en tanto que Rybakina doblegó a Ajla Tomljanovic por 4-6, 6-2, 6-3.

La victoria de Nadal mantiene a flote las pretensiones del segundo preclasificado de monopolizar los cuatro títulos de Grand Slam en un mismo año.

Alcanzó su semifinal 38 en un Slam impidiendo la que hubiera sido la primera de Fritz, un estadounidense de 24 años que derrotó a Nadal en la final del Abierto de Indian Wells en marzo. Ello frenó una racha de 20 victorias de Nadal, quien se vio afectado ese día por una lesión en las costillas.

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