Iga Swiatek apenas tiene 19 años. Es la número 54 del escalafón mundial. Aún no estrena su palmarés de títulos en el circuito.
Nunca había superado la cuarta ronda en un torneo de Grand Slam. Y ha sido como una tromba hasta ahora en el Abierto de Francia.

La polaca se convirtió ayer en la mujer con la posición más baja que alcanza la final de Roland Garros desde el estreno del escalafón electrónico de la WTA en 1975, avanzando con una desigual victoria 6-2, 6-1 sobre la argentina Nadia Podoroska.
Swiatek ha ganado cada uno de los 12 sets que ha disputado en el torneo, cediendo apenas 23 juegos en la media docena de partidos que lleva.

Cuando su aplastante despliegue de 70 minutos culminó ante unos cuantos centenares de asistentes en la cancha Philippe Chatrier — se permite una cantidad mínima de espectadores por la pandemia de coronavirus — Swiatek clamó que hicieras más ruido, agitando sus brazos y poniendo una mano en una oreja.

En la final de mañana, Swiatek se topará con la estadounidense Sofia Kenin, la última campeona del Abierto de Australia. La cuarta preclasificada avanzó tras derrotar 6-4, 7-5 a la checa Petra Kvitova, dos veces reina de Wimbledon. Kenin se presentará con foja de 16-1 en partidos de Grand Slam este año. “Seré la cenicienta”, dijo Swiatek.

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