Abinader asegura impulsará transición energética para reducir emisiones de gases de efecto invernadero

Durante su participación en el Diálogo de Alto Nivel sobre Acción Climática en Las Américas, el presidente de la República, Luis Abinader, afirmó este miércoles  que impulsará “una verdadera transición energética” en el país, que contribuya a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Durante su participación en el Diálogo de Alto Nivel sobre Acción Climática en Las Américas, el presidente de la República, Luis Abinader, afirmó este miércoles  que impulsará “una verdadera transición energética” en el país, que contribuya a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Precisó que su participación en esta convocatoria convencido, como he dicho al principio, que el cambio climático es el reto más desafiante de la humanidad en estos momentos, y de que la recuperación de nuestras economías, marcadas por su impacto y por la pandemia de la Covid 19, debe ser una recuperación verde.

“La República Dominicana representa, en términos absolutos, un porcentaje muy pequeño de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, alcanzando apenas un 0.06% de estas. Sin embargo, es uno de los diez países más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático”, explicó.

Discurso íntegro del mandatario 

Amigas y amigos,

No hay mayor reto ni amenaza real que afecte tan directamente y ya a la humanidad como el cambio climático.

Estas no son palabras nuevas, son las palabras que repetidamente la comunidad científica ha advertido una y otra vez sobre el problema que tenemos.

La República Dominicana representa, en términos absolutos, un porcentaje muy pequeño de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, alcanzando apenas un 0.06% de estas. Sin embargo, es uno de los diez países más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático.

Es por ello que uno de nuestros mandatos constitucionales más importantes está vinculado a la necesidad de asegurar el uso eficiente y sostenible de los recursos naturales de nuestra Nación.

La seguridad de nuestra ciudadanía y de nuestros sistemas productivos está en permanente riesgo, a causa de fenómenos atmosféricos extremos cada vez más potentes, destructivos e imprevisibles, que nos impactan y nos afectan con mayor intensidad dada nuestra condición insular.

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Los sectores más pobres de la población resultan ser los más golpeados y los que más sufren, pese a ser, contradictoriamente, los que menos contaminan.

Participó en esta convocatoria convencido, como he dicho al principio, que el cambio climático es el reto más desafiante de la humanidad en estos momentos, y de que la recuperación de nuestras economías, marcadas por su impacto y por la pandemia de la Covid 19, debe ser una recuperación verde.

Las decisiones tomadas por el gobierno que presido han estado marcadas por estos criterios, tal como lo han hecho muchos países de la región, en especial los que hoy asumimos la responsabilidad de convocar este diálogo conjunto.

Y lo hacemos en medio de un entorno complicado: con una pandemia y una crisis económica de enormes proporciones, conscientes de que esta coyuntura no puede ser excusa para no acometer los cambios necesarios e irreversibles que necesitan nuestros países, y de que, por el contrario, debe servir como motor de cambio para una acción más rápida y decidida, uniendo esfuerzos para abordar los temas más importantes de camino a la COP26, en Glasgow.

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Antes de este momento, ya teníamos por delante muchos retos ambientales vinculados al cambio climático, que seguirán presentes cuando pase la pandemia y superemos la crisis económica. Son retos a largo plazo, y a mi juicio, los más vitales que encara la humanidad, porque amenazan o alteran gravemente la vida de miles de especies, incluyendo la especie humana.

Esto significa que, para superar esta coyuntura con verdadero éxito, debemos asegurar formas de producción, distribución y consumo que sean sostenibles en sus dimensiones económica, social y ambiental.

Ha llegado la hora de actuar y de hacerlo juntos. El mundo no puede esperar más. Islas como la nuestra no pueden esperar más. Atendiendo a esta urgencia es que República Dominicana lleva a cabo acciones de mitigación y adaptación climáticas, incipientes pero sostenidas, que aportan, además, a las metas globales.

Para 2030, nuestra Contribución Nacionalmente Determinada establece que un siete por cierto de nuestro compromiso nacional ya no estará condicionado a la cooperación internacional, elevando nuestro compromiso total de reducción a un 27 por ciento.

Sabemos que esto no es suficiente y hemos acordado impulsar y aumentar progresivamente nuestra ambición climática, fijándonos como meta para el año 2050 el desafiante objetivo de la neutralidad de carbono.

En tiempos de pandemia y mientras diseñamos los paquetes de recuperación desde una perspectiva de sostenibilidad, equidad e inclusión, tanto en la región como a nivel global se debate el rol central que jugarán las Soluciones Basadas en la Naturaleza en la recuperación verde.

 

También, estamos comprometidos con impulsar una verdadera transición energética en el país, que contribuya a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Para lograr esta transición, apoyamos políticas de incentivo a las energías renovables y a la movilidad eléctrica.

Ratificamos el compromiso con la iniciativa “Energía Renovable para América Latina y el Caribe” (RELAC, por sus siglas en inglés), y ya estamos encaminados a alcanzar nuestra meta de 30% de capacidad instalada de energía renovable para el año 2030, contribuyendo al objetivo regional de al menos un 70% de la capacidad instalada para el mismo año.

En la actualidad existe un amplio conocimiento sobre la viabilidad y factibilidad de un nuevo modelo de desarrollo económico para América Latina y el Caribe, que reemplace el modelo extractivista ubicuo basado en hidrocarburos, en la expansión insostenible de las fronteras de la agroindustria y la ganadería, el uso desmedido de los recursos forestales, tales como el agua y el suelo, la pesca indiscriminada y el aumento de las emisiones de CO2. Pero el conocimiento sobre las SbN en la región y en el país es amplio también.  Cito varias acciones concretas llevadas a cabo:

  • Priorizamos la modernización y adaptación de la agricultura para crear mayor resiliencia a la sequía y reemplazar tecnología obsoleta y de altas emisiones de carbono, a la vez que estudiamos las oportunidades que nos brindan los sistemas silvopastoriles y agroforestales.
  • Para hacer todo esto, nos preparamos para tener acceso a mecanismos financieros que nos permitan invertir en sistemas resilientes, para proteger las fuentes hídricas, garantizar seguridad alimenticia, preservar la biodiversidad y bosques y proteger las costas.
  • El sector turístico está apostando a la reproducción de corales y protección de arrecifes de coral, por sus beneficios reduciendo el tamaño y la fuerza de las olas, por lo que reducen también las inundaciones y la erosión. Los arrecifes ofrecen además un hogar para los peces y proveen beneficios para la pesca y el ecoturismo.

Ahora bien, a pesar de estos esfuerzos, los obstáculos siguen siendo los mismos: Largos procesos de aplicación a fondos internacionales de cambio climático para proyectos, con reglas y requisitos difusos, que requieren de especialización y capacidades técnicas no existentes.

Aún así, hay motivos para permanecer optimistas. Muchos países de nuestra región han demostrado voluntad política para cambiar a un modelo de producción y consumo donde se minimicen las pérdidas económicas y de recursos naturales a largo plazo y se disminuyan las externalidades negativas hasta garantizar la neutralidad de carbono.

Estamos decididos a hacer los esfuerzos necesarios para conciliar la resiliencia económica y climática y lograr el cumplimiento con los objetivos de desarrollo sostenible y el Acuerdo de París.

Una de las más importantes lecciones que nos llevaremos de la crisis sanitaria global es comprender la relevancia de una buena preparación y de tener una visión a largo plazo. La vulnerabilidad de nuestras economías y la posibilidad de retroceder en las enormes conquistas que en términos de desarrollo económico y social ha experimentado esta región, nos ratifica en la postura de que debemos invertir en infraestructuras resilientes.

Para concluir, quisiera llamar la atención sobre la desigualdad a nivel mundial y regional en el acceso a financiamiento y tecnologías verdes. Son muy preocupantes las amplias diferencias entre distintos países de América Latina, pero sobre todo entre los países desarrollados y aquellos en vía de desarrollo.

Esta realidad debe ser un punto importante en la discusión de la recuperación pos-covid, ya que la creación de un mundo igualitario, inclusivo y resiliente al clima pasa necesariamente por impulsar el desarrollo compatible con la naturaleza para todos los países.

Esperamos contar con la colaboración y cooperación de la comunidad internacional para viabilizar los mecanismos de financiamiento requeridos.

Este es el momento de actuar. No fallemos más. No nos lo podemos permitir.

Muchas gracias.

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