El año pasado el entonces alcalde del DN, David Collado, remozó el camposanto y reforzó la seguridad interna

Hace dos años, Marianna Ravelo visitaba con inquietud los restos de sus padres e hija que descansan en el Cementerio Nacional de la Máximo Gómez, en Villa Juana. Los atracos que presenció ahí dentro fueron muchos. Tantos como las tumbas saqueadas por desaprensivos.

Actualmente, es distinto. Desde que el anterior alcalde del Distrito Nacional, David Collado, remozó varios espacios del camposanto, reforzó la vigilancia y aumentó las jornadas de limpieza, los visitantes como Ravelo pueden ir a rendir honor a sus seres queridos con total seguridad y tranquilidad.

“En una ocasión le estaba trayendo flores a mi hija, que murió en un accidente en el 2016. A pocos metros de su tumba, dos ladrones le quitaron una cartera a una mujer y se fugaron. Estaba asustada y me tuve que ir de los nervios”, recordó Ravelo ayer, tras dejar flores a los restos de quien fue su primogénita.

“Pero ahora ya la cosa cambió”, asegura Ravelo, de 58 años. El cementerio, que se fundó en el año 1942, en un área de 43 mil metros cuadrados, cuenta con una brigada de la Alcaldía del Distrito Nacional que mantiene el espacio desyerbado y libre de residuos sólidos. Cada mes o cada vez que sea necesario, alrededor de 30 personas acuden a acondicionar el área.

El administrador del cementerio, José Augusto Genao, resalta la diferencia que se ha sentido en ese lugar desde que se hicieron los cambios en el 2019 por el anterior cabildo. “Teníamos que estar atentos siempre. La delincuencia tanto dentro como en los alrededores se multiplicaba cada vez más”, dijo.

A principios del año pasado, Collado ordenó la elevación del muro perimetral. Adicionaron a la pared 1.8 metros que la llevó a una altura de 3.90 metros.

Igualmente, la verja tiene un muro de 2,625 metros en bloque de 6 pulgadas con bastones a 60 centímetros de separación; 1,640 milímetros de viga de amarre de coronación; 565 milímetros de columna de amarre, según explicó Genao, quien agregó que, además, tiene 6,400 metros cuadrados de pañete en muro, vigas y columnas; 12,870 metros cuadrados de acabado de muros nuevos y existentes con pintura acrílica superior.

“Además de esos detalles, también tenemos seguridad interna. Ahora entre cuatro y seis agentes de la Policía Nacional y la Policía Municipal resguardan el cementerio las 24 horas. Los asaltos se redujeron, la tranquilidad de la gente se siente y se ve”, manifiesta Genao.

Félix Pantaleón forma parte de una de las brigadas que acondicionan este cementerio, ubicado entre las Avenidas Pedro Livio Cedeño y Máximo Gómez y las Calles Américo Lugo y María Montez. Asegura que antes había muy poco personal de limpieza disponible para mantener los nichos limpios y las calles sin basura. “Desde hace un año y pico la Alcaldía aumentó la gente de la brigada, hacemos un mejor trabajo porque hay más gente trabajando”, expresa.

Valeria Encarnación Encarnación también es otra de las visitantes que manifiesta su seguridad a la hora de llevarle flores a su papá, fallecido hace tres años. Dijo que en todo el tiempo que ha ido al camposanto “nunca me había sentido tan segura como ahora. Este es un lugar seguro para vivos, pero también para muertos”.
El Cementerio de la Máximo Gómez, donde se encuentran los restos de personalidades como Miguel Antonio Hedded Azar, pasado presidente de la junta directiva del Club Atlético Licey, Rafael Bonilla Aybar (Bonillita), periodista y comentarista de radio y televisión, Eduardo Houellemont, ex combatiente del movimiento 14 de junio, era utilizado por delincuentes para esconderse cuando cometían fechorías tanto a la luz del día como de noche.

En la calle Américo Lugo hay cúmulos de basura y aceras destruidas.

Aceras destruidas y arrabalizadas

Aunque el interior de esta “tierra de muertos” está caracterizado por la limpieza y la seguridad, la calle Américo Lugo y la avenida Pedro Livio Cedeño están sumidas en la destrucción y la arrabalización. Varios de los negocios que están establecidos en esas vías regularmente depositan parte de sus desechos sólidos próximo a la pared del cementerio, lo que ha ocasionado el deterioro progresivo de las aceras e igualmente ha creado pozos de agua. Además, varios negociantes han tomado las aceras del cementerio para colocar sus puestos de ventas.

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