República Dominicana es un país eminentemente agrícola. De acuerdo con el precenso realizado en el año 2015, en el territorio nacional existían para entonces 319,676 unidades productivas agropecuarias y 259,971 productores agropecuarios.

El 62.6% de las unidades productivas estaba dedicada a actividades agrícolas; concretamente fincas en las que se cultivan rubros distintos. Pero el levantamiento aportó el dato de que muchas de esas fincas no están certificadas y hacerlo tampoco es que les resulte muy fácil a sus propietarios.

En República Dominicana hay siete empresas certificadoras autorizadas para operar, de acuerdo con informaciones oficiales del Ministerio de Agricultura, que son: IMO Caribe, SRL–Suiza, ubicada en Santo Domingo; Kiwa, BCS, SRL Dominicana – Alemania, en Santiago de los Caballeros; Suelo y Salud Dominicana – Italia, situada en Santiago; Cucertdo SRL (Control Unión), en Santiago; Centro para la Educación y Acción Ecológica Naturaleza (Ceres)-Alemana, en Mao; Mayacert Caribe, SRL, en Puerto Plata, y QCS en Mao, provincia Valverde.

Cuando una finca está certificada significa que está en capacidad y condición (en este caso su propietario) de aprovechar los importantes beneficios que ofrece el mercado internacional para rubros agrícolas que tienen esta “sombrilla”. De acuerdo con un sondeo realizado por elCaribe entre dueños de fincas que producen y exportan a gran escala, en este caso mango y banano, certificar, por ejemplo una finca de poco más de 3,000 tareas de mango tiene un costo cercano a los US$4,000. Eso equivale a decir 75 centavos de dólar por tarea, pero no se trata de un número cerrado. Puede ser distinto en función de una serie de variables a considerar. En el caso del banano, si se trata de la certificación GlobalGap, cuesta 6.97 dólares por tarea, para un productor de 200 tareas y para Fairtrade el costo es de 12.5 euros por tarea, siempre partiendo de datos suministrados por bananeros de Monte Cristi y de la provincia Valverde, a este periódico.Las dos certificaciones que impactan en el ingreso del productor fuertemente son la orgánica, porque deja una diferencia positiva en el precio, y la de Comercio Justo, que garantiza acceso a mercados. Significa que esta última –si bien- no impacta tanto en el precio, sí lo hace en el ingreso, porque cuando se tiene mercado o receptores, es obvio que hay mayores posibilidades de vender.

La modalidad

El Comercio Justo es un sistema comercial en el cual los consumidores pagan un poco más caro que en el mercado común por productos que compran, y que han sido previamente certificados en esa categoría. El dinero que genera esa diferencia de precio se usa en el desarrollo de la vida de los productores más pobres del renglón que se trate, el medioambiente, trabajadores o la propia comunidad.

O sea, que en este caso, el “sobreprecio” o precio más elevado que paga el consumidor, va dirigido a beneficiar la comunidad donde está enclavada la propiedad de la que salió el producto que se vendió en Comercio Justo. El dinero también debe ir dirigido a respaldar la producción. En esencia, las certificaciones que ofrecen acceso a mercado son Comercio Justo o Fairtrade y GlobalGap. La certificación orgánica, sin bien tiene una participación más reducida en el mercado que aquella que va para la producción convencional (por tratarse precisamente de un mercado más pequeño) garantiza mejores ingresos, porque ese tipo de producto es más o menos un 30% más caro que el convencional.

La ventaja de los precios y lo que ingresa por año

Informaciones obtenidas entre cultivadores de banano de Mao y Monte Cristi, dos zonas de fortaleza en ese rubro, indican que, por ejemplo, cuando se comercializa el tipo orgánico el exportador obtiene una diferencia en precio de dos dólares por caja vendida en el mercado externo, frente al tipo de banano convencional. Al país ingresan cada año unos RD$400 millones por beneficios obtenidos a través de la modalidad de Comercio Justo, vía distintos renglones e instituciones certificadas para participar el capítulo.

El Comercio Justo y las asociaciones que logran

El Comercio Justo funciona principalmente a través de asociaciones de productores agrícolas o de fabricantes de mercancías, certificados por el sello internacional Fairtrade, previa evaluación de unos requisitos que deben cumplir. Las tiendas o supermercados que participan deben certificarse. De la República Dominicana las asociaciones que venden actualmente a través del Comercio Justo, a nivel internacional (no local) son de cacao, de café, banano y naranja. Desde hace años se espera que entren más rubros.

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