Novak Djokovic parecía preocupado y desgastado. Sentía algo de vértigo y estaba en desventaja frente a Dominic Thiem en la final del Abierto de Australia.
Sus errores se iban acumulando y el déficit iba creciendo. Pero el serbio hizo lo que suele hacer. Se negó a perder, esperó una oportunidad y encontró su mejor tenis cuando era absolutamente necesario. En dos ocasiones, cuando enfrentaba punto para quiebre, resolvió la situación con saque y volea.
Tras recuperar la energía y la precisión, Djokovic mostró incluso algo de creatividad. Superó ayer 6-4, 4-6, 2-6, 6-3, 6-4 al austriaco Dominic Thiem, para ganar su octavo título del Abierto de Australia y su cetro número 17 en torneos del Grand Slam. “Estaba a punto de perder este partido… No me sentía muy bien”, reconoció Djokovic quien solicitó atención médica en varias ocasiones. “Mi energía había colapsado por completo”.
Sin embargo, Djokovic mejoró a un impresionante 16-0 su foja combinada en semifinales y finales en el Melbourne Park, y se aseguró de recuperar el primer puesto del ranking mundial, desplazando a Rafael Nadal. Ningún hombre en la historia del tenis ha ganado más de seis veces este certamen sobre canchas duras. Sólo Roger Federer, con 20, y Nadal, con 19, ostentan más trofeos del Grand Slam que Djokovic en la rama masculina.