El sello que imprime Luis Abinader en la presidencia de la República no solo lo identifica a él, sino que le coloca nuevos parámetros a los próximos gobernantes. A nivel de comunicación, después de que la prensa y la sociedad en general han experimentado el modelo de un encuentro continuo como La Semanal, un mandatario que no tenga un mecanismo similar para interactuar de forma habitual con los medios de comunicación se arriesgaría a lucir distante y poco transparente. En ese mismo orden, su participación en el debate presidencial, siendo presidente y candidato puntero también le impone un compromiso a sus sucesores. 

Disposición a rectificar

La disposición que ha mostrado Abinader desde el inicio de su gestión a rectificar decisiones ya tomadas fue en principio vista por algunos como un signo de debilidad. Es posible que todavía  así lo interpreten los “haters”, o los seguidores del estilo autoritario. Pero lo cierto es que en la práctica, la mayoría lo ha asimilado como uno de los puntos fuertes de Abinader, porque son señales de apertura,  humildad, y de un estilo horizontal y cercano. Es parte del perfil que exigen los tiempos, y de hecho, quizás muchos no lo recuerden, pero es un rasgo que también exhibió su antecesor Danilo Medina, quien en varias ocasiones echó para atrás disposiciones tomadas por su gobierno. A Medina también en su momento le atribuyeron falta de firmeza, pero luego sus reversas eran destacadas como acciones positivas.  

Con los funcionarios

Una parte del estilo de Abinader es que mantiene una permanente supervisión a la labor de sus funcionarios, muy diferente al “dejar hacer, dejar pasar” de algunos gobernantes. Son famosas sus llamadas, así como los mensajes por WhatsApp a cualquier hora del día a quienes ocupan puestos importantes. Y si en esa parte quizás no es el primero, en lo que sí ha establecido un precedente es en remover de sus puestos hasta por sospechas a cualquier funcionario, sin importar rango o cercanía. 

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