El doctor Jana Tactuk se graduó de medicina Cum Laude en la Universidad Autónoma de Santo Domingo

A sus 84 años, el doctor William Jana Tactuk es un hombre que ha sabido enfrentar los obstáculos que le ha deparado el destino, siempre convencido de que la fe en Dios es lo que le ha permitido afrontarlos con gallardía y determinación.

Visiblemente emocionado y en ocasiones con lágrimas que brotaban de sus ojos, contó a elCaribe esos momentos inolvidables, unos dulces, otros amargos, como lo fue el fallecimiento de su hijo menor cuando apenas tenía 5 años.

“He tenido una vida completa, agradezco al Señor todo lo que me ha dado y hasta lo que no me ha dado, porque realmente me ha protegido. He tenido un buen ejercicio tanto en lo social como en lo profesional y tengo una buena familia que me ha apoyado en todo momento”, expresó el doctor Jana Tactuk.

  1. Ambiente de árabes
    Nací en lo que entonces se llamaba El Hospedaje, para entonces no habían construido el Mercado Modelo de la Mella, era una zona media arrabalizada de comerciantes pequeños y medianos. Había una pollera frente a la casa, una parada de vehículos que viajaban al Cibao, sobre todo a Tenares, y me recuerdo mucho que había una guagua verde que se identificaba bastante con las personas. Era un ambiente de árabes, desde los turquitos de la Mella. Mi papá Salim Jana era árabe, vino a este país en 1927 con 27 años. Mi mamá Estela Tactuk nació en lo que era Guantánamo, Moca, hoy Cayetano Germosén, era hija de un libanés y una palestina. Es decir, soy sirio, libanés, palestino y dominicano. Tuvimos una vida familiar muy compacta, unida, en un hogar relativamente pobre. Éramos siete hermanos, 4 hermanas y 3 hermanos, murieron 2 más jóvenes que yo.
  2. Lluvias de mayo
    Vivíamos en una casa que quedaba cuesta abajo y en el mes de mayo cuando llovía duro, los productos que estaban afuera del Mercado Modelo rodaban con el agua, entonces salía a recogerlos y se los iba tirando a mi hermano que se quedaba dentro de la casa. Recuerdo que le tiraba mangos, aguacates, cocos, plátanos… También, había una chorrera y nos metíamos debajo de ella, mamá nos daba un pedazo de jabón de cuaba para que nos bañáramos. Hacía el servicio completo, además de bañarme era el surtidor de productos. Con todo, fue una vidita bastante bonita, con una familia buena, muy protectora. Papá manejaba una tienda pequeña que tenía en la esquina de la casa, pero mamá era mucho más sabia como vendedora, como dominicana tenía mejor relación con los vendedores y los compradores. Papá era el fenómeno, pero la que vendía bien era mamá”.
  3. Buen estudiante
    Siempre fui muy buen estudiante, de hecho hice el 4 y el 5 grado en un solo año y pasé a sexto. Estudié en el Colegio Dominicano de La Salle hasta segundo de bachillerato y de ahí pasé a la Escuela Presidente Trujillo, ahora Normal, donde me gradué de bachiller en Ciencias Naturales. Luego me inscribí en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde junto a un grupo de 7 compañeros entramos a la Facultad de Medicina. Comenzábamos a estudiar a las 5 de la mañana hasta las 7 y media porque teníamos que ir a un hospital o a la universidad hasta las once de la noche. En esa época de Trujillo salir de estudiar a esa hora y pasar frente al Convento era casi un peligro, pues más de una vez el Servicio de Inteligencia Militar nos paró a mis amigos y a mí. En ese barrio había mucha prostitución, una vez una de las prostitutas fue donde mi papá y le dijo turco te van a matar el muchacho, cada vez que viene subiendo por la Santomé hay un militar que lo sigue y él tiene fama de eliminar personas que no son afines al régimen. A partir de ahí, mamá se subía a la segunda planta de la casa que quedaba en la Santomé esquina Hernando de Gorjón para vigilarme desde que venía subiendo por el Supermercado Nacional y bajaba a abrirme la puerta para que entrara rápido a la casa. Con Trujillo nadie estaba seguro”.
  4. Duro espionaje
    Cuando era estudiante universitario, un día el rector Rogelio Lamarche Soto, que en paz descanse, me dijo que tenía un reporte de que era comunista y me pidió que me separara del grupo porque le iba a crear problemas a ellos y sus familias, eso fue como en el 58-59. Me acuerdo que le contesté que nunca he sido comunista, pero tampoco trujillista ni lo iba a ser. Me separé por 4 días del grupo, pero al quinto volvimos a juntarnos y a estudiar en otra casa. Nuestra amistad se extendió hasta la muerte de cada uno de ellos. En la universidad me gradué de medicina Cum Laude, y después de ahí me fui a estudiar a Connecticut, Estados Unidos.
  5. Dolorosa experiencia
    Cuando tenía 4 años, mi papá me dijo tú vas a ser médico al igual que Zaiter, pues tenía en mente construir la casa, hacer una clínica y que participáramos yo como médico y él como administrador en el negocio de la salud. No se dio así porque tan pronto comencé a ir al Hospital Salvador B. Gautier, conocí al doctor Manuel Tejada Florentino que fue como mi padrastro y a Fernández Caminero, entre muchos médicos que desaparecieron en el régimen de Trujillo. Me tocó ver cuando al doctor Tejada Florentino lo vino a buscar el servicio secreto, eran las 8:15 de la mañana. He oído muchas historias de que lo interceptaron en una avenida, eso es mentira, Manuel llegó al Gautier, se puso su bata de médico y se sentó, teníamos un paciente cuando se lo llevaron. Llamé a su esposa Sofía Tavares para decírselo y cogí su foto, su maletín y otras pertenencias personales y se las entregué. Después supimos que tan pronto llegó a La 40, lo pusieron en la silla eléctrica. Como el doctor había sufrido de polio, tenía un aparato metálico para que le sostuviera el pie, entonces desde que lo sentaron en la silla se encendió entero. Dos o tres días después salió una carta dizque firmada por él que decía que estaba muy bien en Jamaica, la publicó el periódico El Caribe, pero eso era una farsa del Gobierno. Tejada Florentino era un hombre de mucho prestigio, era cardiólogo hasta de doña Julia, la mamá de Trujillo, de manera que eso conmocionó mucho a la gente. Fernández Caminero era otro cardiólogo y su asesinato también sacudió mucho a la sociedad dominicana”.
  6. Visita de Trujillo
    Un día, siendo médico en el Gautier llegó Trujillo solo en su carro, se paró en la puerta, cuando miré me di cuenta de que era él. Me preguntó que quién era yo y cómo me llamaba, le dije que era el doctor William Jana, luego me preguntó que si era turco y le dije no jefe, soy dominicano igual que usted, mi papá sí es sirio, entonces me pidió que lo acompañara. Salimos a caminar el Gautier porque Ramón Emilio Jiménez, que era el secretario personal estaba en el privado número 7 con una neumonía. El recorrido tardó hora y media porque todos los internos salieron a ver la figura del jefe. Cuando llegamos a la sala de Ramón Emilio Jiménez, ellos comenzaron a hablar y yo me fui alejando, pero Trujillo me preguntó para dónde iba. Recuerdo que le contesté que creía que estaban hablando cosas personales y me dijo quédese ahí carajo. Cuando salimos de la habitación me dijo que era el que me iba a encargar de ese paciente día y noche, entonces ahí me quedé 24/7 en esa habitación hasta que se fue a su casa”.
  7. Gran dolor
    Viví en Cleveland como 12 años, vivía con mi esposa María Rancier Núñez y mis tres hijos William, Audrey y Richard. Estando allá, mi hijo más pequeño, Richard, con apenas meses desarrolló un tumor cerebral maligno. Recuerdo que le pregunté que si moría, quería que lo enterraran en Cleveland o en Santo Domingo a lo que me contestó que Santo Domingo le gustaba para vacaciones, que le gustaba Boca Chica, pero que lo enterraran aquí. Él también me dijo con la ropa que quería que lo enterraran y la música, era un muchacho muy sagaz. Cuando murió lo enterramos en Cleveland y a los 5 años lo trajimos al cementerio de la Máximo Gómez donde descansa. La muerte de Richard creó un estado difícil en la casa, mi esposa se metió en una depresión terrible, no quería vivir allá y junto con mis otros dos hijos vino para Santo Domingo, pero yo me quedé, tenía un ejercicio privado y no podía abandonarlo de una vez. Allá duré 3 años y medio, hasta que en 1976 regresé al país y me instalé en la Clínica Gómez Patiño”.
  8. Segundas nupcias
    Conocí a mi esposa María, que en paz descanse, cuando trabajaba en el Gautier, ella también era médica. No puedo decir que fue amor a primera vista, pero fue una relación muy bonita. En 1986, un Viernes Santo sufrió un aneurisma cerebral que se rompió y casi la mata, todo el lado izquierdo de su cerebro desapareció, solamente funcionaba con el lado derecho. Tenía muchas limitaciones, las cosas se le olvidaban, pero no se amilanó, vivió como ella quiso, era una mujer muy fuerte hasta su muerte en 2007. En diciembre de 2013 me casé con mi actual esposa Wendy Cuevas, la conocí cuando era secretaria de Julio Hazim. Al principio no me pareció porque era media altanera, pero después las relaciones se endulzaron y nos casamos, con ella he tenido una vida larga y feliz”.
  9. Partero de la Seguridad Social
    Fui de los que llaman partero de la ley que crea el Sistema Dominicano de Seguridad Social, trabajamos 3 o 4 años intensamente en su elaboración. Cuando la ley fue conocida en el Senado, su entonces presidente Ramón Alburquerque me invitó a que dijera las palabras de cierre y de motivación a los senadores para que la aprobaran. De los 30 senadores, uno solo votó en contra, todos los demás lo aprobaron, recuerdo que era 6 de mayo de 2001 y lo celebramos porque esa era fecha en que murió Peña Gómez y le llevamos esa aprobación a su tumba. El presidente Hipólito Mejía la honró inmediatamente y le dio todo el apoyo para constituirse lo que es la verdadera Ley de Seguridad Social, no el embrollo que hoy tenemos de enfrentamiento de médicos, de pacientes que pre pagan sus servicios y cuando van a buscarlo no lo consiguen por dejadez de la administración o de los mismos médicos que trabajan en eso. La ley consigna que a los 10 años debía de indexarse, revisarse han pasado 21 años y todavía descansa en la gaveta de algún presidente del Senado. Ha habido una dicotomía, una mala intensión en el ejercicio de la salud en la República Dominicana”.
  10. Decepción
    Lloré cuando vi el Hospital de la Mujer Dominicana en la Bolívar. Al principio fue criticado porque querían que le pusieran el nombre de una doctora, pero dije que no porque ese era el hospital de la mujer dominicana. Un día pasé por ahí y estaba cerrado porque no había comida para las enfermas. Después de gastar 12 millones de dólares en construirlo y contratar el personal, lo cerraron por una semana porque no había 10, 12 ó 50 mil pesos para proveer de alimentación a las enfermas, eso es penoso. Después construimos el Hospital de la Mujer Cibaeña con el nombre de doña René Klang viuda Guzmán, el Senado aprobó ese nombre, pero cuando llegó el PLD se lo cambió. Recuerdo que cuando lo inauguramos doña René fue a verlo y quedó impresionada, me acuerdo como hoy, era un día de lluvia torrencial, Hipólito estaba en La Vega y llegó como 15 minutos tarde, cosa rara en él porque siempre llegaba a los lugares hasta media hora antes”.
Doctor William Jana Tactuk

Agradecido a Dios

He pasado muchas enfermedades, no quería hablar de eso pero tengo que hacerlo. Esa gran enfermedad que vino de Tanzania, la chicungunya, la vi en 87 pacientes entre mayo y junio. Me acuerdo que el primero de julio llamé a Hipólito Mejía y le dije que quería hablar con Danilo Medina, le fui a hablar de esa enfermedad. Cuando subí a su despacho me encontré con un consejo de gobierno, les expliqué lo que había hecho Venezuela, Colombia, Cuba, Haití y las Antillas Menores donde mató mucha gente. El plan era lanzar las fuerzas armadas a la calle para recoger los cacharros y fumigar, inclusive le llevé la contratación de una empresa americana que fumigaba con aviones la isla por dos millones de dólares.

El doctor William Jana Tactuk practica su ejercicio profesional en el Clínica Gómez Patiño

Surgieron algunos que decían que después las abejas y las mariposas se morían, pero mientras tanto murieron cientos de personas y muchas quedaron discapacitadas. El 4 de julio estaba jugando golf y de repente el tobillo derecho me dolía, estaba inflamado, llamé a mi casa y le dije a Wendy que estaba cogido con la chicungunya. Cuando llegué como a las 5 de, fui al sanitario y a partir de ahí no recuerdo más nada, caí en coma por más de 30 días. Un día, los médicos de cuidados intensivos del Cleveland Clinic decidieron desconectarme de la máquina, pero un médico haitiano que había estudiado aquí les dijo que yo era médico, que había que chequearme el cerebro y si estaba malo me desconectaban todo, pero mi cerebro estaba bueno, por eso no morí ese día, por ese médico. Desperté 13 días después, estaba paralítico del cuello para abajo, estuve en terapia de rehabilitación por casi un año. Después sufrí un cáncer de colon, ahora uno de amígdala en mayo del año 2022 y me dieron radiaciones en la boca. Me siento un poco debilitado emocionalmente porque es mucho lo que me ha pasado, pero gracias a Dios estoy aquí por mi fe y por el apoyo de mi familia”.

Doctor William Jana Tactuk explica que “la fe en Dios me ha guiado”.

Dolor

Viviendo en Cleveland mi hijo menor Richard murió a lo cinco años, lo enterramos allá y a los 5 años lo trajimos al cementerio de la Máximo Gómez donde descansa”.

Decisión

Duré en Cleveland 3 años y medio, fue una vida difícil, hasta que un día en 1976 regresé al país y me instalé en la Clínica Gómez Patiño”.

Matrimonios

Mi esposa María falleció en 2007, y en diciembre de 2013 me casé con mi actual esposa Wendy Cuevas, la conocí cuando era secretaria de Julio Hazim”.

Susto

“En esa época de Trujillo salir de estudiar a las once de la noche y pasar frente al Convento era casi un peligro, pues más de una vez el Servicio de Inteligencia Militar nos paró a mis amigos y a mí”.

Advertencia

“Una vez una prostituta le dijo a mi papá turco te van a matar el muchacho, cada vez que viene por la Santomé hay un militar que lo sigue y él tiene fama de eliminar personas que no son afines al régimen”.

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