Juan Ramírez
Juan Ramírez
El doctor Ramírez expresa que “siento que he cumplido mi rol como profesional y como ciudadano”

El doctor Juan Ramírez es ejemplo de perseverancia, de una vida dedicada al servicio y a la filantropía, ya que ha ayudado a la clase más desposeída, a través de jornadas quirúrgicas y ha contribuido a reforestar con sus propios recursos. El médico que, también ha dejado su impronta como docente y que ha salvado tantas vidas, atravesó hace años uno de los peores momentos de su vida, el asesinato de su hija Vanessa que fue asaltada, episodio que califica como el más doloroso que ha tocado a su familia. No obstante, ese dolor lo ha volcado en lograr mayor seguridad ciudadana con acciones puntuales, a través de la fundación que honra el nombre de su hija.

La suma de sus momentos inolvidables son para Ramírez la razón de sentirse tranquilo, de sentir satisfacción de haber vivido, de haber sido cardiólogo pediátrico, porque le ha dado la oportunidad de hacer acciones que marcan la diferencia, de lo cual “me siento orgulloso de eso, siento que he cumplido mi rol como profesional, como ciudadano y de poder tener una familia unida que también se ha superado”.

1. Infancia en el campo
Nací en un campo de la sierra llamado Juncalito, en una finca de café, donde todavía voy mínimo cada 15 días. En ese tiempo se vivía un ambiente muy familiar, muy sano, había mucha solidaridad en las familias, había que respetar los mayores y a los vecinos, cumplir con las obligaciones de la casa y trabajar; eso no nos hizo daño, al contrario, nos ayudó a ser personas con capacidad y deseos de superación. Mi familia estaba constituida por 12 hermanos, de los cuales, 10 nos hicimos profesionales con mucha lucha y esfuerzo, porque nuestros padres nos inculcaron ese deseo de estudiar, de superarnos, y realmente hemos cumplido con esa enseñanza. En ese tiempo en los campos era difícil para las personas estudiar y progresar, la escuela llegaba hasta quinto grado, quedaba a 50 kilómetros de Santiago y los caminos eran muy difíciles. Cuando terminé el quinto, un grupo de ocho compañeros que no teníamos para dónde coger, logramos que la profesora nos diera clases como estudiantes libres e hicimos el sexto curso, teníamos que ir a tomar los exámenes a Jánico, sacamos las mejores notas, lo que indicaba la decisión, el deseo de superación y la perseverancia de ese grupo de estudiantes. La gran mayoría seguimos estudiando, entonces los padres se motivaron a apoyarnos”.

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2. Determinación
Cuando terminé el bachillerato tenía 17 años, entonces fui donde mi abuelo, que fue quien me crío, le dije papá quiero seguir estudiando, quiero hacer medicina, entonces me dijo que no tenía los recursos para pagarme la carrera, que me pusiera a trabajar en la finca con él. Eso para mí fue terrible, me deprimió. Un día, trabajando en la finca llegó el director de la escuela de la comunidad, yo había estado fuera unos 5 ó 6 años haciendo el séptimo, octavo y el bachiller, recuerdo que él andaba en un plan de reunir el apoyo de la gente para que le crearan el séptimo curso, como ya era bachiller, empezó a preguntarme y a intercambiar ideas, entonces le dijo a mi abuelo que no podía tener a un muchacho con esa capacidad trabajando en la finca, que iba a ver si conseguía que fuera el profesor de séptimo. Recuerdo que entraron al séptimo curso muchachos que habían estudiado conmigo, que tenían más edad que yo, tuve la experiencia de ser profesor a los 17 años en mi comunidad, pero tenía mi meta de ser médico. Al año le dije a mi abuelo que me iba a estudiar con o sin el apoyo de ustedes, entonces me dijeron que me iban a ayudar como pudieran, sentía que estaba asumiendo un compromiso grande”.

3. Estudios universitarios
Por la misma razón de las limitaciones que existían en esa época en el país, pude entrar en 1969 a la Universidad Autónoma de Santo Domingo a estudiar Medicina. Eran tiempos difíciles, tuve dificultades en el aspecto de la situación que vivía la universidad de persecución a los estudiantes, vivíamos temerosos. Comenzaron esos semestres larguísimos que duraban un año debido a las protestas, a veces cerraban la universidad, entonces como había tenido una experiencia docente, comencé a dar clases de naturales en liceos nocturnos. Al año de estar en la capital comencé a producir mi sustento, como en la universidad se pagaba muy poco, comencé viviendo en una pensión y terminé en un cuartito, comía en la universidad y me pasaba el día en la biblioteca estudiando. Cuando tenía el cuarto año de Medicina, en una clínica que había comenzado un programa de cirugía cardíaca me entrenaron para trabajar con el cuidado de los pacientes postoperatorios, ahí estuve hasta que terminé la carrera, ahí ganaba un poco más, eso me mantuvo, es una experiencia muy gratificante, me gradué de médico Cum Laude, lo que también para mí fue un logro extraordinario. Seguí superándome, viví la emoción de recibir un título de pediatra en el hospital Robert Reid Cabral y la UASD, quise seguir superándome y obtuve el título de Pediatra en el Instituto Nacional de Cardiología de México como cardiólogo pediatra. Vine a ser en la región del Cibao el primer cardiólogo pediatra, o sea formado como pediatra y dedicado al manejo de problemas cardiovasculares en niños”.

4. Corazones del Cibao
En 1999 viví un momento emocionante, tanto para mí como para la cardiología de la región del Cibao al ser de los fundadores del primer centro de tratamiento de enfermedades cardiovasculares Corazones del Cibao en la Clínica Corominas, pero a la vez fuimos pioneros en los tratamientos de cardiopatías en adultos y niños por cateterismo cardíaco, así como por cirugía de corazón abierto. Logré, estando en el hospital Arturo Grullón, crear un programa de tratamiento de la cardiopatía congénita, a través de la cirugía cardíaca y cateterismo intervencionista, dirigido a familias de escasos recursos, lo cual dirigí hasta el año pasado cuando fui jubilado. En ese programa, dirigido por la Fundación Corazones del Cibao, con apoyo de Rotary Internacional y del equipo Rotario 4060 y de otras fundaciones de Estados Unidos y del Ministerio de Salud Pública, logramos tratar más de 1,800 niños. Esas jornadas culminaron hace cuatro años, cuando el hospital lo intervinieron sorpresivamente, sin ninguna planificación, en el cual, todavía no se ha terminado el proceso de remodelación. Mientras tanto, continuamos el programa en Corazones del Cibao, resolviendo estos casos”.

5. Reconocimientos
Por ese servicio que hemos hecho, recibí un reconocimiento de Rotary Internacional como el Rotario del Año, lo que fue muy emotivo para mí, un reconocimiento muy especial, acompañado de un botón Paúl Harry, una distinción especial que les dan a personas que hacen trabajos de servicios. Además me dieron un reconocimiento muy especial, que se da pocas veces en Rotary Internacional que se llama “Service About Servel”, a personas que hacen trabajos por encima de lo usual. Eso me emocionó mucho. También en 2009 y 2018 fui reconocido como Pediatra del Año por la Sociedad Dominicana de Pediatría y el Despacho de la Primera Dama, eso ha sido motivo de emoción para mi familia”.

6. Familia
Otro momento muy importante en mi vida fue mi matrimonio con Rosaida Fañas en 1979 y el nacimiento de mis cuatro hijos, Francisco Alberto, Rossi Mabel, Caroline y Vanessa”.

7. Justicia
Otro momento emotivo para mí, aunque un poco triste, fue en un medio como éste, tan difícil, donde impera la impunidad, conseguir que los asesinos de Vanessa fueran condenados de acuerdo con lo que establece la justicia dominicana. Eso también es triste, es doloroso, pero fue emotivo, porque el esfuerzo familiar y de la sociedad, logró que éstas personas recibieran la sentencia y la están cumpliendo. Estamos vigilantes de que cumplan su sentencia como debe ser”.

8. Labor en Corominas
Fui presidente del Consejo de Administración de la Clínica Corominas por 12 años, terminé en 2017 y, evidentemente fue razón de mucho orgullo y emoción para mí el que en esos 12 años logramos colocar la clínica en una posición muy favorable, desde el punto de actualización tecnológica, infraestructura y proyectos de desarrollo de la medicina en la región. También fui presidente del Consejo de Administración de Corazones del Cibao, logramos que los cardiólogos de la provincia se adhirieran a este proyecto, eso lógicamente es muy emotivo”.

9. En las consultas
He tenido muchos casos que recuerdo, por ejemplo, algo que me ha marcado es el caso de un niño que nació con una afección cardíaca, en ese tiempo había comenzado hacer cateterismo cardíaco. Recuerdo que al niño lo llevan prácticamente muerto, haciendo paro cardíaco, cianótico, logramos reanimarlo, llevarlo a la sala de cateterismo, abrirle un hueco con un catéter especial, entrando por una vena al tabique interauricular y que su sangre se mezclara, porque no estaba recibiendo la sangre necesaria, no tenía oxígeno en el cuerpo, entonces el corazón y el cerebro sufren severamente; luego que comenzaron los programas de cirugía cardíaca pediátrica se le hizo la cirugía y hoy día ese joven es médico. También hay un joven que tuvo una cardiopatía muy severa, llamada Cardiopatía Dilatada, donde el corazón se pone muy grande y al final necesita trasplante. Hicimos el contacto en Estados Unidos y la familia se dedicó a hacer el esfuerzo de llevárselo, hoy día el joven también es médico y trabaja en el mismo hospital donde le hicieron el trasplante, y así tenemos cientos de casos que lo hemos sacado prácticamente de la muerte a ser personas sanas. Eso es una motivación que tiene el tratar cardiopatía congénita, que uno puede hacer una acción que convierte a un niño, que está al borde de la muerte en un niño sano”.

10. Reforestación
En el campo vivía como en un bosque, con muchos árboles, aves, era un ambiente muy agradable, me enamoré del tema de la naturaleza. En la sierra, donde la deforestación ha sido un problema, con mi esfuerzo personal he sembrado más de medio millón de árboles y reforestado áreas con árboles maderables y con café. Es una de las cosas que me enorgullece. Nosotros tenemos tierra que la hemos dedicado para eso, además he comprado tierra, llegué a un lugar muy bonito que me gustaba, porque estaba más cerca de Santiago que de Juncalito, en La Ceibita, compré ahí 182 tareas de tierra pensando en el futuro hacer una cabaña, pero la dediqué a sembrar cafetales y pinos, porque la gente de ahí veía el árbol como un enemigo, porque no le permiten cortarlo para su casita que se estaba destruyendo, mientras otros se aprovechaban por influencias y acababan los bosques, entonces el campesino que debía convertirse en un vigilante de esos árboles, lo convirtieron en un enemigo, comenzaron a cortar los pinos chiquitos y convirtieron sus tierras en pasto para el ganado, algo que en la montaña no es muy productivo, porque lo que hace es dañar la tierra. Los campesinos me decían que estaba loco, que cómo iba a sembrar pino. Hoy día, ellos se benefician de ese pinal enorme que hay en su vecindario, creo que en eso he dado un ejemplo y es motivo de mucho orgullo”.

Trabaja por la seguridad ciudadana

Desde que asesinaron a Vanessa, nos propusimos, con ese dolor que queda en los allegados a una persona que le hacen eso sin ninguna razón, trabajar por la seguridad ciudadana y el respeto a la vida, o sea ser un movimiento que logre que se respete la vida y que las personas vivan segura. Desde entonces, constantemente, y eso me enorgullece también, hemos tenido perseverancia, hemos tenido la voluntad de cumplir esa meta también en situaciones difíciles, porque la seguridad es una obligación del Estado, realmente el Estado es que tiene de establecer las políticas para que se desarrolle la seguridad que anhela todo el mundo y, que necesita el país para desarrollarse.

Hemos realizado muchas actividades educativas, sobre todo en las comunidades dirigidas principalmente a la juventud y a las familias, buscando superar muchas debilidades, que existen con relación a la pérdida de valores, la situación de la delincuencia común, la situación del narcotráfico. Creo que hemos sido el movimiento social que ha mantenido en la opinión pública esa situación, tratando constantemente que el Estado la supere. Evidentemente para superarla, a la sociedad le corresponde un rol, nos corresponde como ciudadanos respetar las leyes, la Constitución, ser ciudadanos responsables, pero eso debe ser el empuje que le da la sociedad al Estado para que cumpla ese rol de ofrecer seguridad a toda la
población.

Esa voluntad de estado, debe de estar dirigida a eliminar la impunidad, la corrupción en el sistema de justicia, a mejorar la calidad de vida del ciudadano, sobre todo, los jóvenes tienen que tener más oportunidades, debe ir dirigida a crear las condiciones en la sociedad para el desarrollo, para crecer, para salir de la pobreza, pero la pobreza no es la razón de que haya delincuencia común, todos sabemos que esa delincuencia común tiene un delito aspiracional de tener cosas que le venden, pero muy importante para el uso y consumo de drogas, o sea que eso hay que tenerlo presente y hay que superarlo. Pienso que esos valores que existían en la familia tienen que recuperarse. La Fundación Vanesa trabaja en la formación de valores, en la educación ciudadana, ahora mismo hemos comenzado en la Yaguita de Pastor, un barrio con muchas condiciones de riesgo, un proyecto de educación ciudadana, de acompañamiento a la comunidad y, a la vez de instrucción en valores. Un plan que queremos desarrollarlo como piloto en ese barrio, luego poderlo extender a los barrios de la ciudad de Santiago y ojalá que del país.

Gratitud
“Agradezco a Dios por haberme dado la inteligencia y la vocación de servicio, y a mis padres porque me enseñaron con su ejemplo el amor al trabajo, la perseverancia y la importancia de superarse y ser cada día mejor”.

Logros
“El número de más de 1,800 niños tratados en las jornadas quirúrgicas del corazón es sorprendente para una región como ésta, donde años atrás no se hacía este tipo de procedimiento”.

Servicio
La educación ciudadana es fundamental, porque el ciudadano pierde mucho sus derechos, cuando se deja comprar por situaciones particulares, incluyendo situaciones políticas”.

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