El músico dominicano contó cómo la música lo ha hecho vivir una experiencia agradable en la tierra

Filosofía, creencia en Dios, melodía, saxofón, gratitud, recuerdos y jazz, de eso está compuesto el músico dominicano Crispín Fernández, que a la temprana edad de 8 años conoció al amor de su vida, de la que hasta el sol hoy sigue enamorado, su nombre es música, y lo ha llevado a conocer y a tocar junto a grandes artistas, a vivir gratas experiencias y a emprender aventuras a diversos países. Entre vivencias, música y anécdotas, contó a elCaribe los 10 momentos más memorables de su vida.

  1. Crianza basada en el respeto
    En mis primeros años, en Villa Vásquez, tuve una formación inculcada por mis padres, en la que no se le podía poner la mano a lo ajeno. Recuerdo que el hermano mío encontró en la calle 5 centavos, y mi papá le pregunto y ¿ ese dinero, es de usted?, y él dijo que no, y mi papá le dijo pues vaya póngalo donde lo encontró. Se me enseñó que las personas mayores eran como padres, y se les decía usted y a los que tenían la misma edad de uno o menos, se les decía tú. Aprendí que los segundos padres eran los maestros. Si había un problema en la escuela, el padre le decía al maestro, dele la primera pela en la escuela que aquí le damos la segunda. Muy bonita esa etapa de respeto pero, se enseñaba con golpes en esa época también, esa parte no andaba bien. A mí me hizo daño porque tuve que repetir el 5to curso como tres veces, porque yo lo que quería era jugar y en ese tiempo se tenía que decir las clases con punto y coma. Para mí fue muy frustrante ver cómo enseñaban antes, a los muchachos les chocaban la cabeza con el pizarrón cuando no tenían la respuesta correcta, no es agradable esa época.
  2. Primer contacto con la música
    Mi papá era muy político. Creemos que a él lo colgaron en la era de Trujillo. Al parecer él sabía que lo estaban buscando y antes de morir él fue donde el profesor de música Eduardo Cruz Acosta y le dijo ‘llévese a estos dos niños’, al hermano mío que tenía 9 años y mí, que tenía 7, ‘lléveselos a la academia, y enséñeles música’. Cuando murió, el maestro nos veía jugando y nos dijo, quedé en un acuerdo con su papá, ustedes van a la academia, no es que quieran o no, es que yo quedé en eso. A los 8 años agarré la tambora, ahí tenía un pago de 50 centavos mensuales, para que le ponga los papeles a los músicos y dar lecciones de solfeo, mientras estudiaba en la academia. De esa época noté que dedicarme a la música era más beneficioso que estar hablando con los muchachos en la esquina cosas de ningún valor, yo veía que la música tenía más valor y muy temprano me di cuenta de que no era la música sino que estaba haciendo lo que tenía que hacer. Eso es un gran legado que me ha hecho la creación, que me di cuenta de la belleza de la música, me atraía mucho, mucho me atraía. Yo prefería estar entre la música.
  3. La banda de Villa Vásquez
    Llegué a ganar 35 pesos en la banda de música, tocábamos en los velorios, en las marchas fúnebres, tocábamos en la banda y en los parques el ratoncito Miguel. Ahí se tocaba la música clásica preparada para banda, y de ahí mismo se sacaba un combo y se tocaba. Es decir, yo comencé a prepararme con el repertorio clásico para banda en el combo. Desde Villa Vásquez comencé a tener contacto con lo clásico y con lo popular. Nunca había escuchado hablar de la palabra Jazz en Villa Vásquez, ni la palabra improvisación, la palabra que yo escuchaba era “se botó” o “bótate”, si me preguntan cómo yo me introduje al jazz, nunca escuché hablar de esa palabra, pero yo oía a Moyejita, un saxofonista nuestro, y al maestro Tavito Vásquez tocando y decían “mira, se botó”, y yo decía “ay, a mí me gustaría botarme”. Él fue quien me enseñó de improvisación o me dijo que eso era jazz, por eso es que digo que a la persona que le gusta la improvisación, eso no es algo que se le enseña, sino que nace con eso.
  4. Tavito Vásquez, estrella guía
    A Crispín, Crispincito lo que le gustaba era la trompeta, cuando fui a la academia dije que eso era lo que me gustaba, pero el maestro Eduardo se dio cuenta de que el trompetista tenía que ser Kilvio, mi hermano, porque tenía más coraje, y me dijeron, estudia tú el saxofón. Aunque yo quería la trompeta, un día el maestro Tavito Vásquez fue a verme a la orquesta en Monte Cristi, y me regaló una caña de saxofón. Eso significó mucho para mí y sentía que el maestro Tavito era como una estrella que me podía guiar. Lo sentía así. Lo veía en la televisión de los vecinos, cuando lo veía agarrar el saxofón decía que se iba a botar. Ya yo tenía la calle y la dirección de él y vine aquí a la capital con una banda de chivo salada para el maestro Tavito Vásquez, 6 horas de viaje, en la calle de La Voz Dominicana y me recibió como un hijo. Para esa época traje una boquilla que no era tan brillante y el maestro me regaló un corchito para el saxofón, para que sonara más brillante, aunque cuando volví a Villa Vásquez y le dije a Eduardo que el maestro Tavito me había regalado un corchillo para que el saxofón sonara más brillante y me dijo, ‘quítele eso que sí fuera así viniera con él puesto’.
  5. Banda de la Policía Nacional
    Llegué a la Policía con 15 años. Me llamó la atención que cuando entré el comandante me dijo “mire, usted acaba de entrar un sitio donde se resbala en lo seco y lo paramos en lo mojado’, jamás se me ha olvidado. Yo le agradezco mucho a la banda de la Policía Nacional porque yo entré como músico de 4ta clase y salí como músico de primera. Pregunté lo que había que hacer para aumentar el salario, y me dijeron estudiar. Estudié, seguí y entré a la orquesta, para mandarle más dinero a mi mamá. Había que irse a las 11 y yo me iba a la 1 practicando. Cuando entro a la orquesta y subo a tocar un tercer alto, ¿saben quién era el primer alto? El maestro Tavito ,eso fue un regalo tan grande yo estaba asimilando que estaba al lado de él. Eso fue un regalo divino, seguí progresando y luego me fui a la calle a tocar.
  6. Johnny Ventura
    A tocar con Johnny, una experiencia nueva. El repertorio de Johnny completo, aunque tenía un problemita con Johnny porque el combo de Johnny se llamaba “Combo Show” y yo consideraba que yo no tenía que estar bailando que los que bailaban eran los de adelante entonces yo le decía a Johnny que yo no quería bailar, solo quería estar tocando. Seguimos tocando mucho, con problemas en la embocadura, y sabía que no los podía resolver aquí, en uno de los viajes que dio Johnny Ventura, el primero para mí, a NY, nos ofrecieron trabajo, y dije que no fui a quedarme pero en el próximo viaje si podía hacerlo. Cuando vine, le dije a Johnny que el próximo me quedaba, él me dijo que si nos estaba yendo bien para qué me quería quedar, le dije que tenía problemas en la embocadura. Lo último que grabé con él fue Papelito blanco, yo tenía 22 años. Yo quería estudiar y ser mejor músico.
  7. Una cultura visitando a otra
    Llegué a Nueva York y estudié. Conseguí profesores allá. Me di cuenta de que era una cultura visitando otra cultura. No fui a enseñarles a los americanos cómo tocar, fue un intercambio, yo les enseñaba mi cultura y esperaba que ellos me hablaran de su cultura. Un intercambio. Siempre fue así. A mí me interesaba la música clásica y la de jazz, sin abandonar mis raíces porque eso es algo sagrado. Dios pudo haberme puesto a nacer en otro sitio, yo le pongo atención a eso, pero me puso aquí y me dio música.
  8. La flauta y la sinfónica
    En NY quería pasar a lo clásico, pero la música clásica no tiene saxofón fijo y pensé en la flauta, me vi en la sinfónica. Compré una flauta y dije hoy comienza mi viaje para la sinfónica, busqué un profesor. Era ruso. Henrry Zlonik. Cuando voy con el profesor, le prometí que iba a ser un buen alumno. Él me dice mire, vamos a dar una hora de clases, de 5 a 6, pero de 6 a 7, vamos a hablar, porque usted está tocando mal porque piensa mal. Hablamos del orden del universo, y con ese orden entonces me enseñó que todo en la vida tiene un orden y una secuencia, incluso tocar la flauta. Aprendí muchas cosas con él. A los tres años de estar estudiando con él, me dice usted está listo para la sinfónica, tú quieres creerme a mí, que yo vengo aquí, y me hacen un examen y me gano el puesto como segunda flauta en la sinfónica. Llamé al profesor que una vez, cuando tenía 12 años, me dijo que hay unas orquestas que se llaman sinfónica. Lo llamé y le dije ‘maestro, gracias por sembrarme ese sueño, yo estoy sentado aquí en la sinfónica. Claro, tuvimos que trabajar mucho en el camino’.
  9. No te doy mi saxofón
    Un día caminando en NY, me encañonaron y me dijeron “Don’t move”. Yo cogí mi saxofón y me abracé a él, y le dije ‘I don’t give you my saxophone’, (no te doy mi saxofón’, y me pidieron el dinero que tenía y les dije que me soltaran para dárselos, en la misma esquina había un taxi y corriendo me subí. Esa noche dije que en NY no se puede estar y volví a Santo Domingo.
  10. La música me puso a viajar
    Déjame mencionarte los lugares adonde he ido, Fukuoka en Japón. Duluc nos mandó a buscar. Pensaba que los filósofos estaban por allá por la Montaña y no, Fukuoka es como un sitio de filósofos y dije ‘ay Dios, me puede dejar aquí’. Cuando fuimos a Venecia, en la iglesia de San Marcos que andaba Víctor Víctor, en ese momento se me estaba yendo la biblia de papel, y estaba en la realidad. Luego a Siria, allá nos montaron en la guagua y nos dicen miren por aquí fue que bajaron a Pablo cuando lo estaban persiguiendo y allí está la iglesia de Ananías. Nos llevaron a Abu Dabi de Dubái, desde Castañuelas, que nosotros caminábamos 13 kilómetros, cuando me veo en Abu Dabi en Dubái, digo ‘debo ser agradecido, mira lo que ha hecho el creador conmigo que desde allá nunca imaginé esto y mira dónde estoy andando, en Dubái y Qatar. Me siento preparado y Dios lo sabe, por satisfacción no le tengo miedo a irme mañana porque tengo que estar satisfecho pero también digo ‘Dios mío si crees que puedo ser útil, al mandamiento tuyo, pero sabes bien que el talento que me diste y lo que he hecho es para compartirlo’, tengo libro, discos, alumnos, estoy muy agradecido. Tengo muchos libros de filosofía, la biblia cristiana, el corán, la biblia indu, he visto tanto en esta vida, que ahora lo que me pregunto es a qué le vamos a llamar una existencia agradable de la cuna a la tumba.

Entre el aprendizaje y la enseñanza

Crispín Fernández ha vivido una carrera musical entre el aprendizaje y la enseñanza. Se ha formado musicalmente con maestros tanto locales como internacionales, entre ellos, Eduardo Cruz Acosta, Tavito Vásquez, Socarte (Choco) de León, Domingo Rojas, Nick Rodriguez, Henry Zlonik, Fiene Alar, Mario Rivera, Roy Steven y Eddie Burield, de quienes ha aprendió lo que sabe sobre jazz, saxofón, flauta, composición, improvisación y embocadura de trompeta. Ha pasado por importantes academias y conservatorios musicales como Conservatorio Nacional de Música, Escuela de Música Jazz Mobile, Academia de Músic, Lyn Oliver Studio y City College University. N.Y. Para pasar a compartir sus conocimientos como profesor en diversas intituciones musicales en el país y en el exterior.

Además, ha pertenecido a diversas orquestas populares como Conjunto Los Juveniles Moderno, Johnny Ventura, Rafael Solano, Orquesta Policía Nacional, Orquesta Papa Molina, Orquesta Internacional, Conjunto Quisqueya, Grupo 4-40, Juan Luis Guerra, Chuito Vélez, Tito Puente, Orquesta Machito, Eddie Bastian,Charlie Palmieri, Tito Rodríguez y la Charanga Ilusión.

Valor de la música
Noté a temprana edad que dedicarme a la música era más beneficioso que estar hablando en la esquina cosas de ningún valor”

Generación
Me gusta la enseñanza pero hay una generación que quiere que le enseñes la experiencia que tienes de lunes para martes y eso no lo entiendo”

Fusión
Ese es el músico que yo quise ser, un músico nativo donde el creador me puso a nacer y haciendo música universal”

Enamorado
Tengo 77 años y tengo miedo de amar porque creo que se debe ser considerado con el que esta enamorado porque está ciego ”

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