Los museos y sus colecciones, así como el patrimonio cultural en general, deben ser custodiados celosamente, pues sin ellos se pierde la memoria histórica

Desde hace buen tiempo, la cultura es asumida como la identidad de los pueblos, asociada al conjunto de expresiones artísticas que surgen producto de la sensibilidad del individuo. Sin embargo, para muchos, la cultura es asumida como un bien aislado, al que solo tiene acceso una élite; idea impropia, pues todos los individuos estamos llamados a hacer y disfrutar de la cultura en todas sus manifestaciones.

Ante el criterio de distanciamiento del ser social de la cultura, surgen numerosas inquietudes, pues se habla, incluso, de la privatización de la cultura como si el hecho de que el Estado brinde a una entidad la posibilidad de generar un aporte a partir de este sector, mediante la creación de bienes culturales, fuera una forma para encapsular la cultura y destinarla solo a un sector específico de la sociedad. Este tipo de entidades surgen más bien en lugares vulnerables con el fin de incentivar los valores patrimoniales para aligerar la carga del Estado que muchas veces no cuenta con los recursos necesarios para realizar inversiones puntuales que permitan el impulso de las manifestaciones artísticas.

Claro que, también, es una fórmula para que los impuestos que deben pagar grandes consorcios, en vez de ir a la Dirección General de Impuestos Internos como órgano recaudador, puedan destinarse a la promoción de la cultura como vía directa para que al pueblo se le pueda retribuir sus contribuciones.

Y, aunque muchos centros privados surgen bajo la categoría de fundaciones y este tipo de entidades tiene una normativa particular, lo cierto es que, aunque se contempla en la teoría, en la práctica, estos centros deberían mantener un plan de acción en consonancia con lo dispuesto por el Ministerio de Cultura que es la figura principal en cuanto a la regulación de las propuestas que se llevan a cabo sobre el particular.

Ahora bien, es seguro que a muchos les surge la interrogante sobre ¿qué es la cultura? El término en sí parte de la voz latina “colere”, la cual designaba el trabajo de preparar la tierra para el cultivo y, también, se relacionaba con el culto a los dioses de los pueblos agricultores en la antigua Roma. Con el tiempo, el término va evolucionando entre los siglos XIV y XVI y pasa a designar el proceso formativo propio de los artistas, filósofos, literatos, aquellos que ejercían el poder y eran parte de una élite. Esta concepción cambió en el siglo XVII, pues para filósofos como Voltaire, la cultura empezó a ser entendida como el estado alcanzado por una persona, luego de ser sometida a un proceso educativo. (La cultura y estéticas contemporáneas, 2013).

El concepto de cultura se fue ampliando, entre el siglo XVIII y XIX hasta ser comprendido tal como lo conocemos en nuestros días, asumiéndose como el elemento que caracteriza a una sociedad o conjunto de individuos. Esto va desde los hábitos lingüísticos, el folclore, las tradiciones, costumbres y creencias, la idiosincrasia del individuo, su visión del mundo y su entorno, así como las creaciones que emanan del espíritu. Desde una concepción más particular, la cultura es la identidad de los pueblos, tal como se advierte al inicio, es su esencia, el conjunto de características que lo describen y elevan en tanto civilización.

En sentido etnográfico, la cultura es ese todo complejo que engloba conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres, capacidades y los hábitos que ha venido adquiriendo el individuo en armonía con la sociedad. (Harris, 2011).

La cultura juega un papel predominante en lo relativo a la identidad de los pueblos.

Considerando que la cultura juega un papel predominante en lo relativo a la identidad de los pueblos, el individuo debería empoderarse a fin de preservar este bien que deviene incluso en derecho fundamental. Nuestros museos y sus colecciones, así como el patrimonio cultural en general debe ser custodiado celosamente, pues sin ellos, perdemos la memoria histórica, aproximándonos a la muerte de la cultura.
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Harris, M. (2011) Antropología cultural, Madrid: Alianza Editorial.

La cultura y estéticas contemporáneas (2013). (Consultado el miércoles 18 de julio de 2018 a las 6:38 p.m.). Disponible en: https://abcculturaycomunicacion.files.wordpr ess.com/2013/08/culturas-y-esteticas-contemporaneas-cap-2-y-3-seleccion.pdf

Las cifras

En el 2010
De acuerdo al informe de la Cuenta Satélite de Cultura (2016), el gasto en bienes y servicios culturales realizado en el país en el 2010 alcanzó los RD$30,655.4 millones, lo que representa el 1.5 % del Producto Interno Bruto de ese año.
Crecimiento
En el mismo informe, el Ministerio de Cultura y el Banco Central determinaron que en el 2014, el gasto en cultura ascendió a RD$41,265.6 millones.

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