El irrespeto a la legalidad en términos culturales, llega hasta ejemplos que lejos de dar gracia, dan vergüenza, porque no solo no honran y afean un sitio, sino que también distorsionan la identidad cultural.

Los mismos “bustos” horrorosos que circundan la Plaza de la Bandera, donde un Duarte, un Sánchez y un Mella extraños, estreñidos y extraterrestres llevan años siendo cuando mínimo menospreciados por las burlas de los que los ven, están también en la frontera con Haití. Y no es para menos.

Una fotografía en una cuenta de Instagram (antoniohd_011) posteó: “Usuario en la frontera dice que estatua en la frontera no se parece al Duarte original”. El no se parece es una manera decente de decir que es un esperpento.

El caso ha llamado a risa. Y lo peor de todo es que los duartianos, comenzando por el Instituto que lleva el nombre y defiende al Padre de la Patria, no han protestado, al menos hasta donde se sabe, por esos terribles ejemplos de adefesios que vulneran la dignidad histórica de quienes lo dieron todo por forjar una nación.

Tampoco -según parece- pueden hacer nada las instituciones y las leyes culturales que existen para defender el patrimonio cultural y el arte que se expone al aire libre. Y todo es por que quien hace estos adefesios, hechos en fibra de vidrio y tal vez con la mejor de las intencciones, es un militar, presuntamente de la armada, que tal parece es apoyado por el Ministerio de Defensa y le permiten este tipo de ilegalidad. Porque afear el medio es una ilegalidad. Sobre todo cuando se hace jugando con la inteligencia de los demás y con la ignorancia.

Estos espantajos lejos de honrar denigran. Estas birrias de “esculturas” o “bustos” son una afrenta a la historia heróica dominicana, y en caso de que no llamen a risa, harán creer que esos muñecones que parecen el viejo Djin Jotavich, son falsamente Duarte.

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