Conquistó el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes con la novela “Los entresijos del viento”

Santiago.- A la par con su vocación sacerdotal, Monseñor Freddy Bretón Martínez cultivó el arte de escribir. Estando en el seminario, cuando tenía 16 años, leyó en un acto público un poema que había escrito, marcando así el inicio de su incursión en la literatura.

El arzobispo metropolitano de Santiago le ha “robado tiempo al descanso” para escribir en medio de sus ocupaciones pastorales, y a la fecha ha publicado más de diez libros de cuentos, poesías, ensayos y, recientemente, su primera novela Los entresijos del viento, con la que conquistó el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes.

Para Bretón Martínez, recibir este premio ha resultado una sorpresa absoluta, algo diverso en medio de la pandemia, pero, además, un espaldarazo a su trabajo y un reconocimiento a la obra de su padre y madre, familiares, profesores, y tantas otras personas que han influido en él.

En una ocasión dijo que el viento es el principal protagonista de esta novela, ¿por qué lo es?
Creo que el protagonista es el viento. Es un decir, pero el libro lleva por subtítulo “novela intencionalmente eólica”. Quizá se pueda decir que está vertebrada sobre ese elemento tan especial, sutil y necesario para la vida. De hecho, la obra inicia y se termina con el viento. Pero no digo más, para que pueda verlo el lector. ¿De qué trata? El jurado la llamó “ficción autobiográfica”. Es la vida de uno y de muchos.

La obra trata de las interioridades y peripecias de alguien, ¿ese alguien es usted mismo?
Fundamentalmente sí. Pero por vía de la memoria vicaria he asumido otras muchas experiencias ajenas, reales o ficticias, que vuelven al protagonista y a los demás personajes como una especie de “personalidad corporativa”.

¿Qué tanto de ficción y realidad tiene la novela?
No lo sé con exactitud, pero tiene realidad por los cuatro costados. Hay cosas en ella que parecen ficticias y no lo son; entre nosotros, como se sabe, a menudo la realidad supera a la ficción.

¿Por qué en sus obras emerge mucho la narrativa de vivencias de infancia?
Será porque uno habla de lo que vive. Contamos la infancia y la vida. Creo que es herencia familiar.

¿Qué mensaje quiere llevar con esta obra literaria?
Ninguno en particular. Entiendo que toda vida, aun la más humilde, merece ser contada. ¿Para qué la contamos? En este caso, principalmente para disfrutar al escribirla y para que algún lector también la pueda disfrutar.

¿Con cuál género, en los que ha escrito, se siente más identificado?
Con todo. Pero empecé por la poesía.

¿Qué le mueve a escribir?
Creo que lo mismo que me mueve a vivir.

¿Planifica las historias al detalle antes de escribirlas o las deja surgir sobre la marcha?
Puede comenzar como una simple idea que va buscando un modo de expresión, y que se perfila poco a poco, o mucho a mucho, hasta encontrar su forma momentáneamente final. O tal vez, verdaderamente final.

¿Cómo mezcla su labor pastoral con la literaria?
Es problemático. Hace muchos años, un venerable eclesiástico me amonestaba paternalmente: “No tomes tiempo de la labor pastoral para escribir. Yo escribo, pero lo hago de noche”. Tiempo después me enteré que los compañeros de casa de este eclesiástico deseaban que escribiera de día, pues cuando ejercía su labor escritural nocturna, amanecía de mal humor. Esto, no obstante, he tenido que robarle algún tiempo al descanso, pues debo cumplir con mi deber pastoral. Pero nada impide que haya tomado alguna nota bajo un árbol, mientras descansaba brevemente el mulo; o en la carretera, mientras voy de viaje.

¿Por qué se interesa un sacerdote en incursionar en la novela y la poesía?
“Cada uno nace con lo suyo”, decían nuestros mayores. Quien tiene el don de escribir, busca la ocasión para hacerlo; y con ello dice y se dice. Necesita expresarse y lo hace con el género literario que más le cuadre.

¿Se apoya en el país el arte literario?
No sé si suficientemente, pero creo que hay buenas señales. El mismo Premio Feria Nacional del libro E. León Jiménes es muestra de ello.

¿Qué cree que hace falta para incentivar el arte de escribir?
Fortalecer la educación desde el hogar hasta la universidad, enseñando especialmente a valorar el gran tesoro que es el propio idioma y los demás idiomas.

¿Se identifica con un estilo narrativo?
El que se parezca más a la vida, sin mucho artificio; cuidadoso, pulido, pero no manierista. Si de lectura se trata, se supone que debo leer de todo. El confinamiento, por ejemplo, hizo que volviera a leer La noche oscura, de San Juan De la Cruz; o el Diálogo de la Divina Providencia, de Santa Catalina de Siena. Pero también, las casi mil páginas de la novela Tú no matarás (2018), de la española Julia Navarro.

Lecturas
El confinamiento, por ejemplo, hizo que volviera a leer “La noche oscura”, de San Juan De la Cruz; o el “Diálogo de la Divina Providencia”, de Santa Catalina de Siena. Pero también, las casi mil páginas de la novela “Tú no matarás” (2018), de la española Julia Navarro”.

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