Un país conmovido por encontronazos ideológicos halla en las bachatas de Romeo una cura para sus heridas, con canciones de amor

Si en 1542 Carlos I creó el Virreinato de Perú, como primera gran posesión de la corona fuera de España, en 2023 Romeo ha tomado Lima, a bachata limpia. Tres noches seguidas ha demostrado el efecto pacificador de la música, ante un público rendido a sus pies.

“Obsesión, obsesión, es una obsesión”, cantaba El Rey de la Bachata para despedirse en el tercer concierto consecutivo, la noche del domingo 12 de febrero del 2023, mientras era correspondido por uno de los coros más contundentes de su carrera, sino el más.

Un estadio repleto de almas jóvenes que no se dejan confundir, que apuestan por la paz. Muestras como la del joven que estuvo 36 días durmiendo fuera del Estadio Nacional de Lima, quien le dijo cuando subió a cantar con él en la segunda noche: “Soy varón y te amo”. A lo que Romeo manifestó: “No tienes que preocuparte. Vivimos en un mundo de falso machismo, donde los hombres no pueden expresar su cariño y su amor, porque inmediatamente piensan que son homosexuales. Y además la homosexualidad es una opción y nadie debe juzgar a nadie. Tranquilo, que Ud es un varón. Y el hecho es que tú me amas a mí y yo te amé a ti”.

Cada concierto ha sido una manifestación de madurez absoluta de un artista que quizás no tenía del todo claro la importancia que tendría para la música dominicana, en aquellos años cuando Felucho Jiménez era el ministro de Turismo y contrato a los jovencísimos integrantes de Aventura para promover el turismo de República Dominicana ante públicos donde aún no había llegado ningún dominicano, como Rusia o Israel. Hoy Romeo es una súper estrella reconocida en el mundo entero como El Rey de la Bachata, que ha venido al antiguo Virreinato de Perú a hablar de amor y conquistar corazones.

Treinta temas han desfilado ante los más de 40 mil fanáticos de cada noche. Los alrededores del estadio han estado colapsados y no por manifestaciones políticas, de ideologías encontradas y manipulaciones, sino por la música.

Cada concierto, además, ha sido una historia de entrega entre artista y público, un intercambio de energías sin precedente en este país, según palabras de los propios limeños. Desde El Pañuelo, La diabla, Eres mía, Cancioncitas de amor, Odio, Sin Fin y Promise or Perjurio, con lo cual ha terminado el primer segmento de casi tres horas de entrega.

Bebo, Imitadora, Necio, Perro, Llévame contigo y Sobredosis, cuando toma tiempo para salir de escena y cambiar de atuendo, que cada noche siempre ha sido diferente.

Eso sí, ha regresado a escena con Volví, Ella quiere beber, Siri y Noche de sexo, Y así intercalando algunas de sus canciones nuevas con las de siempre ha dibujado un recorrido por su trayectoria musical.

Suegra, Boomerang -a capela, sentado en el trono en el extremo de la pasarela-; Solo Conmigo, Hilito y El beso que no le di, preceden el momento de la llegada de último segmento con Enséñame a olvidar, Todavía me amas, El malo, Mi Corazoncito, Un beso y Obsesión, con el cual ha salido en falso final, para regresar en el encore con Sus Huellas y despedirse de verdad, ahora sí con su Propuesta Indecente.
Hoy martes será el concierto de despedida, coincidiendo con el Día del Amor.

Se espera que el efecto pacificador de la música sea además multiplicador especialmente para este país que ha estado siendo convulsionado por choques de ideologías opuestas. Cuando solo hay una ideología que mueve el mundo de manera positiva: el amor.

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