La configuración de un milagro

En 1984 llegaron a la República Dominicana 560 mil turistas. Treinta y ocho años más tarde, en 2022, el número de visitantes alcanzó los 7.2 millones. En pocas palabras, el flujo de viajeros se multiplicó por 12.8 (casi trece veces) en un plazo de 38 años. Esos números reflejan un crecimiento promedio anual en el período de 6.9%. Al mismo tiempo, nuestras habitaciones hoteleras saltaban de 7,100 a 75,000, los empleos generados ascendían de 27,000 a 315,000, y el ingreso de divisas remontaba de US$600 mil en 1984 hasta cerca de US$8,000 millones en 2022.

¿Podríamos llamarlo un milagro? Quizá se entienda mejor el fenómeno como la concurrencia ejemplar de circunstancias físicas, económicas y políticas; añadidas a la voluntad y la imaginación, al sudor y a las ilusiones de una amalgama de actores.

La industria turística precisa de ingredientes esenciales: infraestructura física, servicios públicos, seguridad jurídica y un clima de estabilidad política y económica. El crecimiento turístico del país demandó de buenas carreteras y calles, de aeropuertos eficientes, de puertos y ciudades acogedoras para los cruceros. Por igual, de plantas de tratamiento que procesaran las aguas negras, de obras para evitar la degradación y erosión de las costas, y de servicios de recolección y disposición de desechos en las zonas de hoteles.

Resultó básico, asimismo, un suministro confiable de energía eléctrica y de agua potable, además de vigilancia policial y reglamentaciones que evitaran el pillaje contra los visitantes. Indispensable también devino la seguridad jurídica como garantía del estatuto de propiedad de los inversionistas. Y en un plano más alto, salvaguardando la escena, figuraron la solidez del régimen político, la estabilidad económica y la paz social. Esa, y no otra, es la matriz venturosa en que nació, creció y actualmente se sostiene el turismo dominicano.

Santo Domingo: donde todo comenzó

Fuimos el solar en que Europa edificó la primera ciudad del Nuevo Mundo. El recinto amurallado que albergó la Catedral Primada de América, la primera Fortaleza, el primer Monasterio, el primer Castillo, el primer Hospital, la primera Universidad y la más antigua Corte de Leyes del nuevo continente. Cierto: aquí fue el inicio de todo. La historia del continente abrió sus ojos en esta tierra. De aquí surgieron los impulsos de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Y también la infinita piedad de Bartolomé de las Casas y de fray Antón de Montesinos. Santo Domingo, es cierto: donde todo comenzó…

Bartolomé Colón fundó la ciudad en 1497 con el nombre de Nueva Isabela. Pero un huracán en 1502 hizo trizas las casuchas de paja y argamasa edificadas en el lado oriental del río Ozama por el hermano menor de don Cristóbal.

Frey Nicolás de Ovando, Comendador Mayor de la orden de Alcántara, quien arribara como gobernador de la isla el mismo año del siniestro, ordenó su reconstrucción al otro lado del río. Ahora con casas de piedra y un nombre flamante: Santo Domingo de Guzmán.

Ovando estuvo en la isla durante siete años (1502-1509), período en el cual desarrolló una ciudad de casi un kilómetro cuadrado, con planta ortogonal y calles rectilíneas, dotada de un sistema de alcantarillado pluvial que, cinco siglos después, aún funciona. Admirado como uno de los grandes gestores del período colonial americano, Ovando erigió también un puñado de monumentos y edificaciones con diseños inspirados en el gótico tardío de influencia renacentista. Las iglesias y conventos, las casonas y monasterios y fortines realizados por el Comendador de la orden de Alcántara perduran en aquel dominio colonial. Una vez cercado de murallas y hoy en el corazón del gran Santo Domingo, la más poblada y vigorosa urbe de todo el Caribe.

El Programa de Fomento al Turismo en la Ciudad Colonial de Santo Domingo ha enriquecido el semblante de la vetusta población trazada en la hora distante de Nicolás de Ovando. Calles adoquinadas, nuevas aceras y bolardos que delimitan los usos del espacio urbano, conducciones eléctricas soterradas, negocios nuevos, casas reconstruidas… Más de 700 mil turistas recorren cada año el centro histórico de Santo Domingo. Y cerca de 500 nuevos locales han abierto sus puertas en los últimos cuatro años: restaurantes, cines, discotecas, museos, tascas, salas de arte y expresiones múltiples de la versátil economía naranja.

Portales Coloniales

Además de la obra realizada por Nicolás de Ovando, en el Santo Domingo Colonial existen más de 300 lugares históricos, huella de los siglos de dominio español del territorio. Iglesias, monasterios, hospitales, fortines, castillos y residencias de grandes figuras de la época, calles empedradas, escalinatas, ventanas esculpidas, escudos de armas, plazas, murallas y grandes portones, capillas y oratorios, alcantarillas pluviales, relojes de sol e íntimas ermitas familiares, que integran, entre múltiples expresiones de la vida durante el siglo XVI, un patrimonio colonial único.

Con el auspicio de un grupo de empresarios, se elabora hoy día un atractivo proyecto que comprende la recopilación y difusión de ese legado nuestro; una herencia que es, al mismo tiempo, de toda la humanidad. Mediante una plataforma digital, dirigida a estudiantes, profesores, ciudadanos de nuestro país y del mundo, las imágenes reunidas conformarán un recurso de trascendencia múltiple. En primer término, contribuirá a fortalecer los cimientos de la identidad nacional. Asimismo –y sumado a nuestro evidente atractivo como escenario de sol y playa– proclamará frente al visitante extranjero la magnitud de Santo Domingo como primigenio e irreemplazable destino cultural.

El proyecto de Portales Coloniales abarcará los tópicos siguientes: 1.Arquitectura Religiosa. 2.Casas Coloniales e Históricas, 3.Fuertes y Murallas, 4.Obras Civiles y Museos y 5.Villas y Ciudad Intramuros
Se anticipa el levantamiento de más de ciento veinte sitios y recintos. Cada unidad contendrá material audiovisual orientado a simplificar la navegación dentro del portal, con traducciones al francés, al inglés y al portugués.

En su perspectiva instrumental, el desarrollo de cada Portal traerá a la escena obras y documentos, así de autores clásicos como de contemporáneos, que narran y describen el arte y la arquitectura de cada monumento, tanto como la historia y el legado de sus poblaciones. Con desarrollo argumental e ilustraciones, se prevé que el Portal facilite el acceso mediante un ambiente gráfico, abierto a diferentes niveles de formación académica.

Para preservación y difusión de las obras, Portales Coloniales incorporará el uso de cuatro técnicas diferentes: láser, fotogrametría, recorridos y fotografía en giga píxeles. Con estos recursos se creará una base de datos digitalizada, tridimensional y de alta precisión, destinada a respaldar el trabajo de historiadores del arte y profesionales de la restauración, Esto así, con el objeto de crear levantamientos y facilitar la toma de decisiones en el área de prevención y corrección de catástrofes. A través de las giga-fotografías, de los recursos de ‘inmersión’ y los paseos virtuales, los Portales brindarán un valioso apoyo a la museografía y a la docencia.

Con el título de ‘Noche y Día en la Vieja Ciudad’, se dispondrá, además, de un recurso destinado a mantener al usuario al día con las actividades que tienen lugar en la Ciudad Colonial. Se recogerán las noticias, los eventos y paseos; habrá ofertas y sugerencias no comerciales, de índole cultural y de ocio; ofertas gastronómicas, facilidades sanitarias y de salud dentro del casco histórico de Santo Domingo. La constante actualización de datos se replicará en material impreso y redes sociales permitiendo a la ciudadanía y al turismo en general interactuar a través de éstas. Con la sección nombrada ‘Noche y Día en la Vieja Ciudad’, el programa de Portales Coloniales se constituirá, además, en un registro del diario vivir en la urbe más antigua y chispeante del Nuevo Mundo.

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