Desde principios del siglo XX, las denominadas Salas de Socorro eran centros médicos parecidos a un dispensario o a lo que hoy entendemos como centros de atención primaria. En las principales ciudades del país, existían esos centros, al mismo tiempo que los llamados “hospitales de sangre” en donde se atendían heridos por guerras o por accidentes. En San Pedro de Macorís por ejemplo, la Revista Renacimiento muestra la sala de socorro de esa ciudad, en la que era director el doctor Merilio Soñé, y practicantes los doctores Julio de Windt y José Leonor. Tenía esa sala, habitación de seguimiento, área de consulta y laboratorio.

En 1937 en la memoria del Consejo Administrativo de la Ciudad de Santo Domingo, entonces Ciudad Trujillo, se relata la función de la Sala de Socorro. La sala estaba bajo la dirección del doctor Pedro Emilio de Marchena, quien tenía como ayudante y subdirector al doctor Vetilio Gómez. Contaba además con un grupo de practicantes para ayudar a realizar las labores de ese centro. Esa sala estaba patrocinada por el Consejo de la ciudad que aportaba todas las medicinas, aparatos e instrumentos necesarios. Durante el año 1937 se realizaron allí 2633 consultas. Se realizaron 170 operaciones de pequeña cirugía, se efectuaron 16,657 curaciones, se atendieron 363 urgencias y se pusieron 397 inyecciones antirrábicas. Se pusieron además 10 inyecciones sedativas y 36 vacunas.

Otro de los servicios ofrecidos eran las consultas ofrecidas por los “médicos de pobres”. Esos galenos recibían un estipendio del gobierno para atender a aquellas personas que no contaban con los recursos para pagar una consulta. Entre los médicos de pobres, citamos a los doctores Gilberto Gómez Rodríguez, Eduardo Billini, Pedro Landestoy Garrido, Luis Caminero Sánchez y Paulino Castillo. Esos médicos estaban repartidos en la ciudad de la siguiente forma: al doctor Gómez Rodríguez le correspondía la jurisdicción comprendida entre el punto de convergencia de las calles Mercedes y José Reyes hacia el norte, hasta el límite de la calle José Reyes. También abarcaba el doctor Gómez toda la calle José Dolores Alfonseca, hasta la Avenida Francia. De igual forma le tocaba todo el Barrio de San Carlos. Al doctor Billini le tocaba todo lo que era Villa Duarte, que era la parte este de la ciudad y tenía como punto de inicio el ángulo de las calles José Reyes y Mercedes. Esa misma localidad geográfica en el ángulo mencionado era la referencia del doctor Landestoy Garrido, quien tenía a su cargo el servicio en los barrios San Miguel y Villa Francisca. El doctor Caminero Sánchez estaba designado para ofrecer servicios a los sectores de Ciudad Nueva y Gazcue, así como todo el trayecto de la avenida Independencia. Recordemos que la ciudad era bastante más manejable en cuanto a distancias y densidad poblacional. El doctor Paulino Castillo no tenía una demarcación asignada por lo que servía en cualquier sitio que fuera necesario, por enfermedad del titular o por alguna otra razón. En 1937 esos médicos ofrecieron 3,571 consultas, pusieron 3833 inyecciones y realizaron 2,772 consultas a domicilio. Visitaban a la Sociedad Amiga de los Pobres, al Asilo Julia Molina, al asilo de Ancianos Desvalidos y al “Amparo de la Niñez”.
Expidieron en ese año 5,792 recetas, realizaron 169 pequeñas cirugías, realizaron 2,385 curaciones y pusieron 1,026 vacunas.
El servicio de las salas de socorro se complementaba con el servicio nocturno de farmacias, en que cada sector de los antes mencionados contaba con una farmacia de guardia. Además las salas de socorro, proporcionaban a las personas sin recursos un ataúd y el terreno en el camposanto. Esa era la situación y los servicios sociales en 1937.

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