Luego de la proclamación de la República Dominicana en 1844, era notoria la escasez de médicos en el territorio nacional. Las pocas farmacias existentes vendían en su mayoría preparados extranjeros o fórmulas desarrolladas por los propios médicos. La Ley del Juro Médico en 1883 establecía controles sobre esos medicamentos producidos por los propios médicos y que según la Ley debían probarse primero en clínicas y hospitales. Las boticas de esos años disponían de grandes exhibidores, en donde tenían raíces, ungüentos, tinturas, sanguijuelas y especias. Médicos como Basilio Iñiguez, con sus píldoras antimaláricas, o Carlos Arvelo con su Jalea Quinopéptica son ejemplo de la producción de medicamentos por los médicos. Hacia 1878 la Farmacia Francesa inició la venta de productos extranjeros como en Canphogen para “enfermedades secretas” o el “pronto alivio” para dolores de muelas.

Hasta la ocupación militar norteamericana de 1916, la mayoría de los productos que se importaban eran franceses, pero desde esos años casas norteamericanas como Squib empezaron a estar presentes en las farmacias y en los hospitales de la época. Farmacias como la San Miguel de Félix Veloz o la San Antonio de René Rodríguez Oca ofrecían productos norteamericanos. Hacia 1935 en las escasas publicaciones médicas de la época observamos que laboratorios franceses como Dechiens, Alemanes como Riesert o norteamericanos como Abbot, Parke Davis o Bayer se promocionan tanto entre los médicos como entre la población general. En la década del 1940 el hospital militar “Profesor Marión” producía medicamentos como clorhidrato de morfina para uso de ese centro y para su venta a otros establecimientos de salud. Además de las farmacias en Santo Domingo se habían establecido en Santiago la Farmacia Normal, En Puerto Plata la farmacia del Ramón Delgado o en San Pedro de Macorís el Laboratorio Chevalier, quienes representaban diferentes casas comerciales extranjeras. En el año 1939 en la Revista Médico-Farmacéutica o en 1944 en la Revista de Especialidades Médico Quirúrgicas aparecen anuncios de productos extranjeros de Estados Unidos, Brasil, Alemania, Francia o España. Entran al mercado hacia 1944 empresas como Ciba o Laboratorios Amido. Ya en ningún sitio se anuncian preparados hechos por le médicos y ya desaparecen las recetas o fórmulas magistrales que el médico indicaba según su experiencia y aprendizaje.

Ya en la mitad del siglo XX, lo que los médicos utilizaban eran principalmente medicamentos importados. Todavía quedaban no médicos que ejercían la medicina que seguían vendiendo sus medicamentos o las famosas “botellas”. En 1953 se inauguró el Laboratorio Químico Dominicano, Laboquidom, mediante la unión de la Caja Dominicana de Seguros Sociales y el sector privado que al día de hoy produce más de 70 preparados en diferentes especialidades. Luego del final de la dictadura el sector privado inicia diversos proyectos y nacen la Farmacia San Luis, Farqui, Laboratorios Dr. Collado, Ethical, Ameripharma, Aromax, Gassó y Gassó, Laboratorios Mallén Guerra o Medifarma. Según el Ministerio de Salud Pública “para el 1984, existían 59 laboratorios farmacéuticos, entre los cuales los dominicanos tenían una participación de un 12% de las unidades vendidas, frente a un 88 de las extranjeras, correspondientes al mercado de receta médica o mercado ético. En la actualidad, el mercado farmacéutico dominicano registra cerca de 500 laboratorios, con unas 30,000 unidades vendidas en el mercado. Un análisis detallado del país de origen de los laboratorios que compiten en el volumen de ventas es indicativo de que el 55% es dominicano, frente a un 45% perteneciente a empresas extranjeras entre los laboratorios europeos, con un 25% de las unidades vendidas, y los norteamericanos con un registro del 9% de las unidades”. Así ha cambiado la prescripción y uso de los medicamentos en nuestro país.

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