El 19 de enero de 1961 el doctor Manuel Antonio Tejada Florentino fue arrestado por agentes del Servicio de Inteligencia Militar de la tiranía trujillista y nunca más se supo de él. En 1966 en el periódico Listín Diario con la firma de doña Onaney Sánchez de Guerra apareció un artículo que hoy queremos compartir. Decía la Sra. Sánchez de Guerra: “La figura del doctor Manuel tejada Florentino tiene proyecciones tan importantes que aun cuando no hubiera ofrendado su vida en holocausto de amor patrio y hubiera tenido una muerte natural, ustedes pueden estar seguros de que la calle que lleva su nombre también la llevaría hoy”. Porque morir por la patria no fue su única proeza. Toda su vida fue una proeza. Fue un niño que no tuvo juguetes, que no tuvo celebraciones de cumpleaños, que no tuvo comodidades, que no pudo ir a la escuela a tiempo y estudiar como los demás niños. Pudo haber sido un niño triste y sin embargo fue jovial, alegre y servicial. Ya joven aprendió el oficio de ebanista y llegó a ser el mejor de su pueblo natal, Salcedo. Aprendió a tocar cornetín y llegó a ser director de la banda municipal.

Pero él aspiraba a más, quería ser médico. El primer escollo a superar era que había que trasladarse a Santiago o La Vega a presentar los exámenes, y pese a no disponer de recursos lo pudo hacer. Manuel Tejada quería ser médico y se propuso ser médico. Los estudios universitarios entonces eran costosos y de inscripción se pagaban 50 pesos y además había que pagar gastos de manutención, pensión y transporte. Era un imposible pensar que Manuel pudiera estudiar medicina, ya que a los 24 años no había finalizado el bachillerato, pero para Manuel Tejada Florentino la palabra imposible no tenía ningún significado. Luchó con coraje, con decisión, venció los obstáculos y venció el desaliento, venció la pobreza y venció el conformismo. Estudió con libros prestados y siguió trabajando y así hizo en 2 años el bachillerato de cuatro y así ingresó a las aulas universitarias con 26 años. Ingresó a la Universidad y compartió aula con jóvenes de 20 años, pero eso no le hizo mella porque desde niño supo, y vivió con esa intima convicción de que lo único que en realidad diferencia a los hombres es la dignidad y es el honor”.

Este artículo tremendamente emotivo, continuaba: “ No desperdició su tiempo y no se puede asociar a su vida ningún acto, ningún sentimiento negativista. Los esfuerzos que tuvo que hacer Tejada Florentino para obtener su título de bachiller y de doctor en Medicina fueron extraordinarios, fueron verdaderas epopeyas. Cada día de su vida fue un acto heroico y cada latido de su corazón era un anhelo de triunfo. Llegó a la meta que se había trazado triunfante y vencedor. Recibió su titulo de doctor en medicina con 332 años, pero el doctor Tejada Florentino no se envaneció y siguió siendo jovial, alegre y servicial. Pero no quedó ahí y se fue a México con el dinero que ahorró, a estudiar cardiología. Allí su profesor el doctor Ignacio Chávez sintió orgullo de ese discípulo extraordinario y así lo exteriorizó públicamente felicitando a todos los dominicanos”. Seguía doña Onaney detallando la entrega a sus hijos, el amor por su esposa y como fue adquiriendo bienes y celebrando la vida con su familia. También decía en este articulo que “vidas ejemplarizantes como la de Tejada Florentino debían ser lectura obligada para todos los estudiantes de nuestro país”.

Es un hermoso artículo escrito por una persona que conoció y trató al doctor tejada Florentino a quien hoy recordamos con admiración y gran respeto.

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