En 1989, nuestro apreciado profesor el doctor Michel Kourie publicó en Acta Médica Dominicana un interesante resumen histórico sobre la especialidad de la anatomía patológica y la medicina forense en nuestro país que reproducimos parcialmente en esta sección. El doctor Kourie señala que desde principios del siglo XX regresaron a nuestro país luego de cursar estudios en el extranjero médicos como los doctores Ramón de Lara, Darío Contreras, Felix Benzo o Alejandro Capellán quienes modernizaron la cirugía dominicana. En la opinión del doctor Kourie debe colocarse en un sitial de particular relevancia al doctor Felix Goico, a quien se considera el padre de la cirugía dominicana moderna. Esos profesores a juicio del doctor Kourie “ejercieron tomando importantes decisiones con sus pacientes, en base a sus conocimientos clínicos y a la apreciación macroscópica durante el acto quirúrgico, al estar desposeídos totalmente de la ayuda de un patólogo. Sin embargo, se va gestando poco a poco en el ambiente el interés por la Anatomía Patológica, basada sobre todo en los contactos que tenían estos cirujanos con los patólogos cuando iban a entrenarse en el extranjero, comprendiendo la importante e indispensable ayuda que estos especialistas aportan a la Cirugía”.

Continuamos con el trabajo del doctor Kourie : “En la época anterior a la aparición del primer patólogo dominicano, se debe mencionar a tres científicos de la Medicina de nuestro país, que deberán ser considerados en nuestra historia médica como los precursores de la Anatomía Patológica dominicana, ya sea por la investigación o por el aporte práctico o, por la divulgación de nuestra especialidad. En este orden de ideas hago referencia a los doctores Fernando A. Defilló, Héctor Read Barreras y Heriberto Pieter Benet. El primero, graduado en 1898, se constituye en un investigador extraordinario, haciendo estudios microscópicos de tejidos orgánicos y de la vida microbiana, estableciendo igualmente que se podía obtener Hematoxilina a partir de algunas plantas dominicanas. Se constituye en el pionero del laboratorio dominicano, logrando teñir monillas con soluciones yodadas, señalando por vez primera el hallazgo de huevos de Necator americano en su paciente, asimismo realizando algunas preparaciones histológicas de tejido nervioso. El dr. Defilló estudia a partir de 1925 y, durante algunos años, en el Instituto Pasteur y en el Instituto del Cáncer en París, siendo el primero meca del bioanálisis y de la investigación. A su regreso, y después de haber ocupado cargos importantes en Santo Domingo, es nombrado, por su brillantez profesional, catedrático de la Universidad de Santo Domingo, impartiendo cátedras de Medicina Interna, Bacteriología, Física Médica, Química Médica, Medicina Legal e Histología, estas dos últimas íntimamente relacionadas con la Anatomía Patológica.

El segundo precursor fue el dr. Read, graduado de Licenciado en Medicina en Santo Domingo en 1918, quien viajó en 1925 a Hamburgo, Alemania, donde realiza estudios especiales que incluyen Medicina Interna, Rayos X, Cirugía general, Laboratorio Clínico con Giemsa y Anatomía Patológica con Fahr. En 1930 parte a Paris donde estudia Bacteriología en el Instituto Pasteur, con Paschen y Calmette. Obvia señalar que la escuela alemana, patria de Rudolf Virchow, en general siempre ha sido muy proclive a la enseñanza de la Patología a todo nivel, despertando notablemente el interés del dr. Read en esa disciplina. El dr. Read posteriormente se traslada a Santo Domingo y llega a ser director del Laboratorio Nacional, siendo nombrado profesor en la Universidad de Santo Domingo en 1942, impartiendo cátedras de bacteriología, semiología, medicina tropical e histología, siendo mi profesor en esta última materia en 1952. En los años comprendidos entre 1968 y 1980 fue jefe del Departamento de Anatomía Patológica del Hospital Dr. Luis E. Aybar. Su amor por la Patología nunca decayó y pese a que no se puede considerar como un anatomopatólogo completo en el estricto sentido de la palabra, ejerció nuestra especialidad en el país, paliando de cierto modo la ausencia total de patólogos que hubo durante un tiempo considerable. Su espíritu científico, enmarcado en su gran cultura y delicadeza como persona, hizo que muchos de los que fuimos sus discípulos nos interesáramos en la investigación y en el laboratorio”…

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