Está ubicado en el municipio Santo Domingo Este y representa gran valor arquitectónico para las Américas

Cada 12 de octubre América celebra el “día de la raza “, fecha en que se conmemora la llegada del almirante Cristóbal Colón al nuevo mundo.

Corría el 03 de agosto del año 1492, cuando tres embarcaciones denominadas las carabelas Niña, Pinta y Santa María zarparon del Puerto de Palos de Moger en España en busca de nuevas tierras, las naves estaban al mando de Vicente Yayez, Martín Alonzo Pinzón y Cristóbal Colón, respectivamente.

Tras largos días de viaje, el grito de ¡tierra a la vista!, del marinero Rodrigo de Triana, despertó los ánimos de una tripulación que en el momento se encontraba desgastada y decepcionada por no haber cumplido su cometido. Fue el 12 de octubre, cuando los navegantes provenientes del lejano viejo continente encontraron una población desconocida al pisar el suelo de la Isla Guanahani, hoy San Salvador en el archipiélago de las Bahamas.

Aquel día marcó un hito en la historia de la humanidad, ese 12 de octubre se descubrió un nuevo continente, que hoy llamamos América en honor al navegante español Américo Vespucio, y que además, significó el encuentro de dos culturas, choque con el que inicia la conquista territorial del nuevo mundo.

Origen del Faro a Colón

La idea de construír un Faro a Cristóbal Colón fue del historiador Antonio del Monte y Tejeda, que en su libro “Historia de Santo Domingo” publicado en el año 1852 sugirió erigir un monumento para honrar al navegante genovés.

Más tarde, en el año 1914, el escritor estadounidense William Ellis Puliam promovió en la prensa norteamericana la idea de construir un mausoleo en honor a Cristóbal Colón, en la primera ciudad del nuevo mundo.

Los planteamientos realizados por Del Monte y Ellis llegaron a la Quinta Conferencia Internacional Americana, celebrada en Santiago de Chile el 24 de abril de 1923. El tema fue colocado en la agenda de la asamblea, logrando el voto unánime de los presentes para la firma de una resolución en favor de la construcción del faro en Santo Domingo.

Tras la decisión del encuentro celebrado en la capital chilena, en el año 1927 se designó una comisión que organizó un concurso internacional para elegir al diseñador de la obra; un jurado en Madrid, España se reunió dos años más tarde y conoció los 455 proyectos que fueron sometidos para la construcción del monumento, resultando ganador el arquitecto británico José Lea Gleave.

Construcción del Faro a Colón

La construcción del monumento donde se dice que descansan los restos de Cristóbal Colón inició en abril de 1948, así lo informa la primera plana del periódico elCaribe, diario que inició a circular el 14 de abril de dicho año.

La información publicada en el matutino indicaba que el costo de la obra rondaría los RD$5 millones de pesos, además se consideraba que estaría terminada en tres años; pero el levantamiento de la edificación se retrasó 38 años por diversas situaciones.

La reconstrucción de la obra estuvo a cargo de los señores Teófilo Carbonell y Bienvenido Martínez por un costo aproximado de RD$135 millones de pesos y la ordenó el presidente Joaquín Balaguer en el año 1986.

Faro a Colón, el 04 de octubre de 1992. OGM.

El Faro a Colón

El Faro a Colón está ubicado en Villa Duarte en el municipio de Santo Domingo Este, es un monumento de gran valor arquitectónico en las Américas; representa una cruz de hormigón armado de tres cuartos de milla de largo y 115 pies de altura, además posee una serie de reflectores que hacen alegoría al cristianismo cuando están encendidas.

Por otro lado, en su interior aloja un museo colombino que exhibe reliquias, tesoros y producciones culturales de diversas naciones del mundo.

El monumento que honra al navegante Cristóbal Colón fue inaugurado el 6 de octubre de 1992 en conmemoración del V centenario del descubrimiento de América, tres días después de su apertura, el Papa Juan Pablo II en su tercera visita al país ofreció una misa en la explanada del monumento.

La reconstrucción de la obra recibió opiniones encontradas. Diversos sectores de la sociedad entendían que el alto costo de la obra se podría utilizar para trabajo sociales, mientras que para otros la edificación, significaba un alto atractivo turístico para nacionales y extranjeros, y hacía justicia al encuentro entre dos culturas.

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